La supervivencia de las minorías
IU y los andalucistas se juegan la continuidad de sus proyectos
Para Izquierda Unida (IU) y Coalición Andalucista (CA) estas elecciones dirimen algo más que unos buenos o malos resultados: ponen a prueba su propia supervivencia. El Parlamento andaluz ha ido acentuando desde su creación la tendencia al bipartidismo entre socialistas y populares, sobre todo en las tres últimas legislaturas. Basta ver los gráficos de la evolución del voto para comprobar cómo las líneas de PSOE y PP se hacen paralelas desde las alturas, a una distancia abismal de las otras dos líneas, que se acercan entre sí tanto como se alejan de sus principales competidores, ya prácticamente a pie de página. En los comicios de 2004 IU y CA repitieron los resultados de 2000 (6 y 5 escaños), aunque en términos porcentuales bajaron. En esta ocasión aspiran a mantenerse o remontar levemente, pero ninguno alberga grandes expectativas.
Pocos meses antes de las elecciones tanto IU como CA estaban inmersos en intensos procesos de desgaste interno provocados por ellos mismos. En el caso de los izquierdistas, la crisis ha llegado casi a las puertas de la llamada a las urnas, hasta el punto de decretar una tregua exclusivamente para la cita electoral, ya que los problemas de la organización -la lucha por el poder entre el PCE y los críticos- siguen vigentes.
La horquilla que baraja el coordinador y candidato a la presidencia de la Junta, Diego Valderas, es de entre 6 y 8 escaños, muy por debajo de sus antiguas posiciones: 20 diputados en 1994, y 13 en 1996. Por eso, el mejor escenario para recuperar la influencia de otras épocas es que el PSOE pierda su mayoría absoluta y necesite un socio de gobierno o de legislatura para gestionar con comodidad. Entre 1996 y 2004, los aliados del PSOE, al que le faltaron tres escaños para la mayoría absoluta, fueron los andalucistas, pero las abrupta ruptura de éstos con sus ex socios y el desplome que auguran las encuestas a CA colocan a IU en una situación aventajada.
Además, a favor está la buena experiencia del acuerdo de IU y PSOE en la reforma del Estatuto de Autonomía, que quita el mal sabor de boca que dejó la etapa de la pinza. Valderas ha evitado hablar directamente de pactos y ha sustituido este término -contraindicado en las campañas electorales- por el más suave de ser "determinantes", pero ha llegado a fijar 15 requisitos para un hipotético compromiso.
Si los socialistas repiten mayoría absoluta, las cábalas sobre el pacto se quedarán en simples conjeturas. Es aquí donde el conflicto interno aparcado volvería a explosionar, con un factor añadido: que Diego Valderas, tal y como apuntan algunos sondeos, se quede por tercera vez consecutiva fuera del Parlamento autonómico, lo que complica sobremanera la continuidad de su liderazgo. Las condiciones de las generales no son mejores. Desde que en 2004 perdieran sus tres diputados en el Congreso, la organización andaluza se quedó huérfana de referentes en el ámbito federal, donde la crisis entre Gaspar Llamazares y el PCE es aún más aguda.
El andalucismo está en una situación de emergencia. Tras gobernar ocho años en la Junta con el PSOE, atraviesa el valle más profundo de su historia (en las municipales sacaron sus peores resultados en 20 años). Ante lo delicado de la situación, el CA se ha unido al PSA de Pedro Pacheco y a otras siete formaciones más (entre ellas el Foro Andaluz de Manuel Pimentel) para tratar de que el nacionalismo permanezca en la política andaluza y que no desaparezca del Parlamento, como vaticinan varios trabajos demoscópicos.
El secretario general del CA, Julián Álvarez, quien se estrena como candidato, es consciente de las dificultades y dice que la cita de hoy no es la meta, que es sólo un paso para un proceso más ambicioso y amplio de largo recorrido, que reúna a la dispersa familia andalucista. Tal y como están las cosas, un buen resultado serían tres diputados y el 5% de los votos, lo que le permitiría tener grupo parlamentario propio, aunque algunos dirigentes se conformarían con dos escaños, la representación más baja que ha tenido desde 1986. Pese a la tesis de Álvarez de que Coalición Andalucista es un proyecto en construcción, la pérdida total de escaños haría muy difícil mantener unidos a nueve partidos tan dispares.
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