"¿Volver a la política andaluza? Sí, ¿por qué no?"
La ministra de Fomento cree que la mujer y lo andaluz siguen marginados
El rincón que elige Magdalena Álvarez para la cita es un patio del Museo Picasso de Málaga. No es casual. En este jardín la ministra de Fomento puso punto y final (o quizá no) a una etapa de su vida. Fue el 18 de diciembre de 2003. Ese día y en ese patio, José Luis Rodríguez Zapatero confirmó lo que ya era comidilla política: Magdalena Álvarez, la mujer que durante 10 años había dirigido las cuentas públicas de Andalucía, se iba a Madrid, al Congreso de los Diputados.
En pocas semanas, su carrera tomó velocidad de crucero: Zapatero la escogió para formar parte del comité de notables que le asesoró para las elecciones de 2004 y, una vez en la Moncloa, la nombró ministra de Fomento. "Fue un día muy importante", recuerda. A la cita acude con el mismo pantalón y la misma chaqueta que llevaba en 2003. Tampoco es casual. Llega con un pañuelo en la garganta para protegerse la garganta. Cosas de los mítines.
"Nunca miento. Uno de mis problemas es la transparencia"
"Quiero que la gente sepa cómo soy y cómo pienso. Es lo decente"
"Sigo percibiendo machismo en el análisis político de las mujeres"
"En el Parlamento se ha dicho que tenía arrugas, patas de gallo. ¡Increíble!"
Álvarez está acostumbrada a mandar y a gestionar dinero. En los 10 años que fue consejera de Economía se preocupó de que los gastos no se disparasen. En los últimos cuatro, de repartir miles de millones de euros en inversiones e intentar algo imposible: que todas las autonomías estén contentas con el trozo de tarta que les toca.
Política, mando y dinero. Por separado, terreno acotado para los hombres. Juntos, imagínense. En los casi tres lustros que lleva en primera línea de la política, la situación ha cambiado para la mujer (leyes que buscan la paridad, compromisos de los partidos para fomentar la igualdad...), pero quedan muchos tics carcas. "Sigo percibiendo machismo en la forma de analizar la actuación política de las mujeres. Conmigo hay mucho machismo. En los comentarios que se han hecho de mí en el Parlamento andaluz se ha dicho que tenía arrugas, patas de gallo, se metieron con mi forma de vestir, que si me he operado de cirugía estética. ¡Increíble!", dice.
Y si a ese coctel se le suma lo de ser andaluza, peor aún, según la ministra. "Lo andaluz sigue marginado y la mujer sigue marginada. Y yo soy mujer y andaluza. Cuesta admitir que una mujer andaluza sea capaz de llevar la inversión de un país, casi 70.000 millones de euros. Cuesta reconocer que mi gestión es mucho mejor que la de mi antecesor [Francisco Álvarez Cascos, del PP], que lo ha sido. He puesto 700 kilómetros de AVE en servicio, el anterior ministro ni uno".
Ese desdén por lo andaluz también lo nota hacia su forma de hablar, hacia su acento. "Mi acento, al que no pienso renunciar, tiene que ser respetado. Yo digo las mismas cosas serias o tonterías que cualquier hombre o mujer con otro acento".
La marcha a Madrid supuso un cambio para bien en su vida personal. En los 10 años que fue consejera en Andalucía, su familia se quedó en la capital de España y casi todos los fines de semana se montaba en el AVE para reencontrarse con su marido. Pero también, para mal. "He salido perdiendo porque no estoy en Andalucía y echo de menos la gente, nuestro carácter, la forma de vivir, el sentido del humor. En Madrid, tengo que andar con cuidado con las bromas porque no se entienden. Una vez alguien me dijo que el AVE no iba a llegar a Barcelona. Yo comenté 'va a llegar' y añadí, de broma, que si me iban a poner un monumento cuando llegara. La traducción fue: 'la ministra quiere un monumento", comenta entre risas.
La entrevista se celebró el pasado miércoles, antes de que el presidente de la Junta, Manuel Chaves, reabriese el debate sobre su sucesión y mostrase su preferencia por que sea una mujer quien tome el relevo. Nadie sabe qué nombres tiene Chaves en la cabeza, pero el de Magdalena Álvarez puede ser uno de ellos.
Sea así o no, la ministra respondió rápida y sin dudar la siguiente pregunta:
-¿Y se ve de vuelta en la política autonómica?
- Sí, ¿por qué no? La vida te lleva de un lugar para otro y te tienes que ir acomodando donde te lleva. Nadar contracorriente es absurdo. Nunca pensé que iba a ser economista y lo soy, siempre pensé que iba a vivir en Málaga y he vivido en miles de sitios distintos. Nunca pensé en dedicarme a nada político y aquí estoy.
Llegar tarde a la política, como es su caso, sin ningún pedigrí, sin entender los códigos ni los equilibrios internos que se producen en todos los partidos, hizo que en numerosos foros se la viera como una advenediza. "Cuando llegué a la política andaluza no se me consideraba una más". Con el tiempo, dice, empezó a sentirse cómoda y acabó "con buenas relaciones con todos los sectores".
Ahora está en la fase de convencer en Madrid y de vencer algunos estereotipos que se han creado. "Ya no es la imagen que tenían de mí al principio. Algunos partidos se han empleado a fondo en deteriorar mi imagen y no me reconozco en el perfil que hacen de mí. Lo que pasa es que lo repiten y algo queda. Cuando digo una cosa es verdad, nunca miento. Los españoles están viendo que cumplo. Uno de mis problemas políticos es mi transparencia".
Y es que si un rasgo caracteriza a Magdalena Álvarez es su carácter. Fuerte, directo, sin matices cuando está en la refriega política. Un carácter que en alguna ocasión ha jugado en su contra, pero al que no piensa renunciar ni maquillar. "He tenido muchos problemas, pero no me arrepiento. En política lo más sano es que te acepten como eres, no vendiendo un producto que no eres. Soy como soy, con mis defectos y mis virtudes. Quiero que la gente sepa cómo soy y cómo pienso. Es lo decente".
Su forma de actuar en el conflicto de los Cercanías y del AVE a Barcelona le llevó a tener enfrentamientos con sus compañeros del PSC, un tema en el que prefiere no ahondar. "Siempre he tenido el apoyo que tenía que tener, que es del presidente y secretario general de mi partido. Todo lo he hecho con mi mejor intención", afirma.
Con la legislatura acabada y un futuro incierto, Magdalena Álvarez destaca el privilegio que significa participar en un Consejo de Ministros y guardar el secreto de lo que allí se habla. "Sabes que lo que oigas allí no se debe decir. Bajas la persianas y es como si se te olvidara. Es una gran universidad en la que aprendes muchísimo".
Terminada la cita se va corriendo a un acto electoral. Cosas de campaña.
DEL 27 DE FEBRERO DE 2008...
Magdalena Álvarez posa el pasado miércoles en un patio del Museo Picasso de Málaga, en una de las pocas interrupciones que permite la campaña electoral....AL 18 DE DICIEMBRE DE 2003. Este día fue el que eligió José Luis Rodríguez Zapatero para anunciar que Magdalena Álvarez dejaba la política andaluza y marchaba al Congreso de los Diputados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.