Este plato es un vestido
Los diseñadores de Cibeles inspiran a 'chefs' de prestigio para crear un insólito maridaje entre cocina y moda
Si en los años ochenta la imagen moderna y nueva de España se difundía por el mundo a través de la moda -quién no se acuerda de "la arruga es bella"- hoy la voz cantante la llevan los fogones, con el archiovacionado Ferran Adrià a la cabeza. La comunión entre ambas artes -aunque la gastronómica sea efímera- es evidente y un botón es el libro Moda y gastronomía.
El pasado año, la Pasarela Cibeles actuó de celestina y puso en contacto a 39 de sus diseñadores y a 39 cocineros. Éstos se inspiraron en los trapos de los modistos -tras ver sus colecciones de esa temporada y conversar con ellos- y confeccionaron un plato en su presencia. El próximo marzo, Everest sacará a la venta el singular resultado.
La contaminación unió por un día a parejas tan peculiares como Jesús del Pozo y Sergi Arola; Francis Montesinos y Mario Sandoval; Amaya Arzuaga y Pedro Larumbe; Devota & Lomba y Darío Barrio; o Kina Fernández y Miguel Castanier. "Cuando me propusieron el proyecto me pareció muy emocionante y divertido. La relación cada vez es mayor entre todos. Por ejemplo, Ailanto trabaja para las cerámicas de Sargadelos, Delfín diseñó los uniformes de los camareros de Arola, Armand Basi y Adrià asociados...", cuenta Sacha Hormachea.
Él, fotógrafo y chef, es el responsable de la labor gráfica del volumen y autor de uno de los platos. Influido por los tonos grisáceos de Juanjo Oliva, Sacha envolvió una trufa negra en tocino de jamón y lo empaquetó en papel transparente.
Joaquín Felipe, al frente del hotel Urban, tras conversar y cenar con la peletera Olga Ríos, optó por "usar colores marrones, anaranjados y conseguir texturas que recordaran a la piel y la lana". El saldo: un medallón de solomillo ibérico con migas, yema de huevo y una hoja de calabaza a modo de decoración.
Andrés Madrigal, por su parte, se centró en un modelo de Fernando Lemoniez para una creación que recuerda a un colorido jardín. "Me pareció fabuloso un traje con terciopelo negro, seda y blusa de flores, y en ese momento pensé en la receta, en su plástica. Además, quise que fueran cocochas como un guiño a las raíces vascas de Fernando".
David Delfín, desde la otra orilla, aplaude la idea. "La creación agarra en cualquier superficie y me encanta abrir el imaginario de otra persona". En el sorteo le tocó bailar con Paco Roncero quien firma la confección más minimalista; una soga como la que hizo famoso al diseñador en Cibeles.
Pero Delfín también ha jugado a la inversa. Con Juan Mari Arzak colaboró en la primera edición de Cook and fashion en San Sebastián. "Diseñé un mandil, a la vez camisa y pantalón, blanco como un lienzo. Y le pedí a Juan Mari que impregnara el delantal de color mientras cocinaba. Y eso le inspiró para trabajar con tinta de calamar, frutos del bosque y azafrán". Negro, amarillo y rojo en una fusión que no ha hecho más que empezar.
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