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ELECCIONES 2008 | Precampaña electoral

Mas admite ahora que la Generalitat no es moneda de cambio para apoyar al PSOE

El líder de CiU renuncia también a presentar una moción de censura a Montilla

Los dirigentes de Convergència, incluido su líder Artur Mas, se han pasado una semana proclamando a los cuatro vientos que José Montilla verá tambalearse como presidente de la Generalitat si el PSOE necesita a CiU para gobernar tras el 9-M. Pero ayer, en una tensa sesión en el Parlamento catalán -con pitos, silbidos y una bronca espectacular- Mas matizó sus palabras: no accederá a la primera línea del Gobierno catalán si no es a través de las urnas.

La Cámara se anticipó 24 horas a la enconada batalla de la campaña electoral. El diputado de Esquerra Republicana, Joan Ridao, -cabeza de cartel en las generales- acusó a Convergència i Unió de querer comprar la presidencia de la Generalitat a cambio de dar sus votos a José Luis Rodríguez Zapatero. "Siento vergüenza por este ejercicio de sucursalismo por alguien que se llama nacionalista", afirmó.

Este alguien es Artur Mas, quien visiblemente molesto por tal acusación tuvo que salir a la tribuna para proclamar que renuncia a presentar una moción de censura para obtener la presidencia, que nunca este cargo será moneda de cambio para apoyar al PSOE y que se resigna a acceder al Gobierno catalán únicamente por la vía del voto mayoritario de las urnas. Una promesa, dijo, para no utilizar las artimañas de los partidos de la izquierda y del presidente José Montilla: "Ustedes, con un tripartito oculto, engañaron al pueblo de Cataluña". Las palabras de Mas acabaron por enrarecer el ambiente en el hemiciclo.

La andanada de ERC le vino como anillo al dedo al líder convergente. Le sirvió a Mas para responder al candidato independentista pero también para arreglar el desaguisado que él mismo y los suyos habían creado durante la convalecencia hospitalaria del democristiano Josep Antoni Duran Lleida, candidato a la reelección como diputado.

Duran siempre había dicho que si CiU gobernaba con el PSOE esta alianza tendría consecuencias para el mapa político catalán. Pero los convergentes han transformado esta insinuación en una compraventa de votos y de gobiernos. El número dos de la lista por Barcelona, Pere Macias, llegó a decir que Montilla no duraría dos meses. Y el propio Mas reclamó a Zapatero un contrato con luz y taquígrafos para que en Cataluña, a partir de las generales, gobernara la lista más votada o que el apoyo de CiU a Zapatero supondría "el inicio del fin del tripartito".

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