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Reportaje:

Fin de año chino en Badalona

La fiesta reunió a inmigrantes, empresarios y políticos

Como en las fiestas tradicionales de la China milenaria, un dragón de tela multicolor bailaba en la noche del miércoles para atraer a la buena suerte y dar la bienvenida a los casi 5.000 chinos que acudieron a celebrar el inicio de Año de la Rata en el pabellón olímpico de Badalona. No hubo fuegos artificiales, pero sí danzas folclóricas, solistas de voces melosas y espectáculos de artes marciales para animar la fiesta, que sirvió, de paso, para reunir bajo un mismo techo a empresarios chinos y catalanes, a asociaciones de inmigrantes de 25 países, y a políticos, entre ellos la consejera de Trabajo, Mar Serna, y el cónsul de la República Popular China en Barcelona, Shixiong Wang.

La celebración buscaba desmontar viejos tópicos. Los chinos están cansados de algunas etiquetas y quieren liberarse de su fama de herméticos. "Somos una sociedad abierta", decía Lan Chian Ping, presidente de la Unión de Asociaciones Chinas de Cataluña, entidad organizadora de la noche junto al consulado y la Asociación Principal de Comerciantes Mayoristas Chinos.

El Año Nuevo comenzó el 7 de febrero, pero ha sido esta semana cuando ha habido la celebración más multitudinaria en Cataluña. No fue una casualidad que para la ocasión se escogiera una ciudad del Barcelonès Nord, porque solamente entre Badalona y Santa Coloma de Gramenet viven cerca de 8.000 chinos.

Pero, si es una fiesta de fin de año, ¿donde está el cava, el cotillón y el desenfreno? "Bueno, en China lo celebramos de otra manera. Nos reunimos para cenar y a medianoche lanzamos fuegos artificiales", comentaba Meng Ting, una joven de 23 años estudiante de Mercadotecnia en la Universidad de Barcelona, a quien la noche le estaba pareciendo de lo más animada.

"La imagen que tenemos de sociedad cerrada es un malentendido que se debe a nuestra dificultad para aprender el idioma", opina Lidan Qi, portavoz de la organización, "pero una vez superada esta barrera nos integramos sin problemas". La voluntad de fomentar la convivencia era tal, que invitaron a asociaciones catalanas a bailar también sobre el escenario sardanas y sevillanas.

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