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Crítica:DANZA | Ángel Corella
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Virtuosismo a granel

Un Ángel Corella más maduro y más virtuoso que nunca brindó una velada inolvidable en el Tívoli con su soberbia actuación en un programa en el que bailó Celaje y la Suite de Corsario junto a varias primeras figuras internacionales de la danza. El grupo también contó con la discreta colaboración del Jove Ballet de Catalunya que dirige Marta Bustamante.

La primera coreografía, Celaje, con música de Philip Glass, es una pieza de corte abstracto en la que se suceden los solos, los pasos a dos y los tríos, y que firma el artista georgiano George Birkarzde, colaborador habitual de Corella. La obra está al servicio del virtuosismo de sus intérpretes, entre los que destacan Carmen Corella, Kazuko Omori, Matthew Golding y el propio Corella. Celaje comienza con un deslumbrante solo del bailarín español, quien sube al escenario recorriendo el pasillo central del teatro entre los aplausos de público. La caudalosa música de Glass mece su imparable y matemático giro, su vuelo de ángel y su seductor baile. En esta ocasión Corella se exhibió más seductor que nunca, una cualidad que acorta distancias en su aproximación a otros maestros de la seducción como Nureyev o Baryshnikov. El elenco femenino hizo gala de unas potentes puntas. Su interpretación fue enérgica y vital, como requería la fluida música del compositor norteamericano.

CELAJE Y SUITE DE CORSARIO

Celaje: coreografía de George Birkadze y música de Philip Glass. Suite de Corsario: coreografía de Marius Petipa y música de Ricardo Drigo. Teatre Tívoli. Barcelona, 25 de enero.

La Suite de Corsario, el célebre ballet en tres actos de Joseph Mazilier basado en una obra de Bayron, con música de Adolphe Adam, que se estrenó en 1856 y que Marius Petipa, en 1899, adaptó a su propio estilo coreográfico y al que añadió el célebre pas de deux con música de Ricardo Drigo, contó en esta ocasión con una brillante interpretación pero con una pobre puesta en escena a nivel de escenografía y vestuario, lo que ensombreció el desarrollo de la pieza.

El teatro se vino abajo cuando Ángel Corella y la bailarina japonesa Kazuko Omori interpretaron el famoso pas de deux de este célebre ballet. Ambos ejecutaron una exacta y nítida interpretación, salvando en todo momento los escollos técnicos que posee esta coreografía. Genial Corella en los grandes saltos y giros, y en su forma de interpretar al orgulloso esclavo Alí. Un bailarín de su calidad requiere un montaje de más categoría a nivel de medios. Mención especial merece la interpretación de Carmen Corella en el papel de Gulnare y el de las odaliscas Ana Calderón, Alba Cazorla y Ashley Ellis. Al final de la función, el entusiasmo del público obligó a Corella a brindar un bis.

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