Canastón de personalidad
Lo puedo decir. Estuve en el Boston Garden el día que José Calderón nos dio una de esas victorias de las que quedan para el recuerdo. Jugó con mucha personalidad, como siempre, pero con la diferencia, eso sí, de que se trataba de una cancha dificilísima, ante el equipo de moda, los Celtics de Boston, el candidato al título según dicen todos los expertos por aquí. Además del partidazo que se marcó José, metió la canasta que decidió el partido. Siendo un canastón, destacaría por encima de todo que eligió la opción más correcta. Era preferible y más fiable jugársela como lo hizo él que arriesgarse al cara o cruz de un triple. La ejecución fue perfecta: aprovechó un bloqueo, se fue después hacia adentro y no se arrugó pese a que Pierce se le echó encima. En esas circunstancias, con tan pocos segundos por delante, con tanta tensión, es difícil decidir correctamente. Y José demostró eso, que es uno de esos tipos capaces de tener la cabeza fría, el corazón caliente y el motor a tope. Una perla.
Yo, que sigo lesionado, vi el partido en el interior del vestuario a través de la televisión, junto a un fisioterapeuta y el utilero. Como sabéis, las retransmisiones aquí se efectúan con unos cinco segundos de retraso, de manera que oíamos el ruido de la gente, pero no sabíamos lo que había sucedido hasta unos pocos instantes después. Así son las cosas. Les ganamos cuando menos te lo esperas, cuando más complicado parecía, más que cuando jugamos contra ellos al principio de temporada y todavía tenían que conjuntar al equipo, y en su propio campo además. Ganamos, por fin, a un rival tremendo que nos había ganado los tres partidos anteriores.
Lo de José fue, si cabe, más espectacular de lo habitual. Pero, con la temporada que está haciendo, habría que destacarlo en cada partido. Pienso, y estoy de acuerdo con él en eso, que los jugadores debemos estar al margen de quién es el mejor en las hojas de las estadísticas. Debemos tomarnos los números con más naturalidad. Las estadísticas son un verdadero cáncer si no se saben manejar y se convierten en el fin último del juego. Personalmente, estoy harto de ver jugadores que hacen un partidazo, pero a los que, por el hecho de anotar pocos puntos o capturar pocos rebotes, no se les destaca lo que merecen. Y al revés. Pero no fue el caso. Calde lo hizo todo: jugó para el equipo y se salió también en las estadísticas. Sombrerazo.
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