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Reportaje:

¿Quedamos en el Príncipe Pío?

Los adolescentes se divierten en los centros comerciales, donde hacen lo de siempre, "quedar, pasear y dar vueltas", según un estudio municipal

Rebeca Carranco

"No nos dejan salir. Si nos pillan en Lavapiés, nos castigan". Lo cuentan Ana y Miriam, de 13 y 14 años, vestidas con su uniforme escolar. Son de Lavapiés, pero no pasan mucho rato en el barrio. Sus padres les piden que lleven siempre el teléfono móvil encima y no pueden ir solas por la calle. "Por eso, nos vamos a Príncipe Pío", cuentan. Un lugar cerrado y seguro, donde muchos menores madrileños pasan el rato para hacer lo de siempre: "Quedar, pasear y dar vueltas", según un informe presentado ayer sobre la calidad de vida de los niños en la ciudad. El primer estudio que evalúa la situación de los menores en Madrid, que tiene una parte de investigación cualitativa con extensas entrevistas a 36 adolescentes.

Los chavales entre 13 y 14 años tienen menos opciones de ocio

A lado de unas patatas fritas con ketchup, tres jóvenes pasan la tarde charlando, sentadas en un popular sitio de comida rápida en Príncipe Pío. "Cuando salimos de clase lo primero que hacemos es venir aquí porque es cómodo y no pasas frío". Acaban de cumplir los 17. Forman parte de ese 15% de menores de 18 que viven en la ciudad. 490.000 personas (100.000 menos que hace 15 años) que viven fuera de la zona centro (sólo el 12% vive en el corazón de la ciudad. La mayoría lo hace en urbanizaciones de Vicálvaro y Villa de Vallecas) y que resultan "invisibles" en el espacio público precisamente porque son los menos, según señala el estudio de la Universidad Complutense de Madrid.

"Suelen llegar entre las 17.30 y las 17.45 y se quedan aquí toda la tarde", asegura la dependienta de una tienda de golosinas del centro comercial, el establecimiento estrella para los más jóvenes. Para María von Bredow, una de las responsables del informe, la razón de que elijan las grandes superficies es sencilla: "Pueden pasar toda la tarde con una coca-cola y una bolsa de patatas". Y además con todo tipo de lujos, como espacios para jugar gratis con videoconsolas, cines, cafeterías y tiendas. Aunque lo habitual es ir sólo a "dar una vuelta", como hacen Raquel y Azulay, de 16 años, más que a comprar. Acuden todos los días. "Los fines de semana, después de la discoteca light". Otro lugar fetén para los adolescentes.

Aunque no para todos. Los de 13, o menos, aún no pueden entrar en las discotecas para menores, y "se quejan de que no les cabe el culo en los columpios", cuenta Von Bredow. Son el grupo "más desprotegido", con menos opciones de ocio. José, de 13 años, ante la poca oferta, dedica buena parte de su tiempo libre a pasear por las grandes superficies. "Hay cine, videojuegos y sitios para comer", explica, nervioso, con el jersey atado a la cintura.

Los menores inmigrantes, 17% del total, tienen los mismos hábitos, aunque viven en una mayor proporción en el distrito Centro (32%). Un centro que los menores identifican con la ciudad y que definen como "sucia, contaminada y falta de conservación", aunque le reconocen las virtudes del transporte público. "Aquí llega el metro y cercanías, por eso es muy de gente joven", explica el dependiente de una tienda de velas de Príncipe Pío. Y sentencia: "Además fuera hay una plaza donde pueden fumar".

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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