El Atlético, por los pelos
Un gol de Agüero elimina al Valladolid, que no pasó del empate pese a su arreón final
Es lo que tiene el pánico al error. Que entierra la imaginación y prohíbe el riesgo. Por eso durante muchos minutos el partido fue plano hasta la desesperación, lastrado por una insoportable lucha de miedos. Oportunidades hubo pocas, pues quien gobernó el partido fue la congoja. Hasta que Agüero impuso su jerarquía, lo que no evitó que el Valladolid empatara y acabara acorralando a un Atlético que sobrevivió y pasó a cuartos por los pelos, agarrado a su portero.
Sendos tiros de los García, uno de Raúl y otro de Luis, que se fueron altos, y un balón que se envenenó tras rebotar en el pecho de Agüero. Así de minúsculo fue el guión ofensivo del Atlético en la primera parte. Más escuálido aún resultó el del Valladolid, que apenas asustó con un disparo de Ogbeche que Falcón rechazó rumbo al palo. El discurso del Atlético contrastó con el de su entrenador en la víspera. Consideraba Aguirre que el evento era vital. Quizá por eso, el técnico rojiblanco no hizo más experimentos que la apuesta de Luis García y Reyes en los extremos, pues la presencia de Motta en el eje, una vez olvidada la última lesión que le ha golpeado, es indiscutible. El Valladolid, por contra, reservó toda su artillería, presentando un equipo en el que sólo Sesma podía presumir de titular.
VALLADOLID 1 - ATLÉTICO 1
Valladolid: Alberto; Cifu (Víctor, m. 81), Baraja, Iñaki Bea, Óscar Sánchez; Estoyanoff, Camacho (Viar Dorado, m. 64), Borja, Sesma; Kome (Llorente, m. 57) y Ogbeche. No utilizados: Asenjo; y Alexis.
Atlético: Falcón; Valera, Pablo, Perea, Pernía; Luis García (Maxi, m. 64), Motta, Raúl García, Reyes (Simão, m. 55); Agüero (Cleber, m. 82) y Forlán. No utilizados: Abbiati; y Eller.
Goles: 0-1. M. 49. Taconazo de Luis García hacia Agüero, que supera a dos defensas y marca por bajo. 1-1. M. 69. Llorente resuelve de tiro raso tras jugada de Estoyanoff.
Árbitro: Iturralde González. Expulsó a Mendilibar (m. 90). Amonestó a Ogbeche, Falcón, Motta, Perea y Valera.
Unos 18.000 espectadores en Zorrilla.
Acorralado, el equipo rojiblanco acabó agarrado a su portero y pidiendo la hora
Poco o nada ocurrió durante muchos minutos. Y ese poco es propiedad de Agüero. Cada una de sus apariciones, aunque contadas, disparaban la ansiedad de los defensas rivales. Le faltó egoísmo al Kun en aquella jugada en la que se asomó al área, regateó con la cintura a dos defensas y, en vez de disparar, intentó asociarse con Luis García. Y le sobró el árbitro, Iturralde, al Kun, en aquella otra acción en la que luchó por un balón en la línea de fondo, lo escondió ante la llegada de un rival, lo levantó ante la llegada de otro, le hizo un túnel a un tercero y salió con él dirección al área pequeña antes de que le frenara el silbato de Iturralde, que debió ver algo raro, ilegal, sobrenatural quizá.
Pero el Atlético se quitó las legañas a la vuelta del descanso. La culpa fue de Agüero, quién si no. El chico, que todo lo pelea, recibió el balón, inició la carrera y conectó con Luis García, que le regaló un taconazo sublime. El Kun superó a uno, dos defensas, y cruzó la pelota ante la salida de Alberto.
Ya tenía el Atlético su gol, un gol impagable porque obligaba al Valladolid a marcar dos. Era, se suponía, el momento de la calma, de guardar el balón. Ni hubo calma, ni el Atlético guardó el balón. El Valladolid, ya sin miedo, sin nada que perder, pasó a dominar descaradamente y a la primera que tuvo triunfó. Lo hizo Llorente, claro, que atrapó un balón suelto tras un rebote y lo mandó abajo, pegado al palo.
El Atlético se fue empequeñeciendo. Aguirre movió ficha para evitar sufrimientos. Lo consiguió a medias. Le ayudó que el Valladolid tardara en lanzarse con todo, preocupado como estaba por Agüero y Forlán. Tuvo el uruguayo un par de ocasiones que mandó al limbo, Aguirre prescindió del Kun y logró que su equipo se fuera aculando cerca de Falcón. Apretó el Valladolid hasta morir, lo que hizo en el minuto 93, con la caída de Llorente ante el acoso de Pablo, que se jugó el penalti y la eliminación de su equipo de modo gratuito. El árbitro silbó, sí. El final del partido, concretamente.
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