La ley del más fuerte
El Madrid se impone con un fútbol mínimo a un Levante que mereció mucho más
El Madrid sigue su camino triunfal. Bate récords, aleja a los rivales, se muestra implacable dentro y fuera del Bernabéu. Es una máquina infalible de ganar, el mejor líder en 20 años. Pero ayer pasó por el Ciutat de València con un fútbol de lo más vulgar. Sin un átomo de grandeza. Simplemente, esperó a que decayera el entusiasmo del Levante, extraordinario en la primera parte, para matar el encuentro con frialdad. Un trabajito más para Van Nistelrooy, que ensanchó sus cuentas con otros dos goles, el primero tras un discutible penalti de Serrano (¿podía encoger el codo extendido?). Capellismo, en fin, en estado puro.
El Madrid maquilló un partido en el que naufragó su estrenado centro del campo. De los tres que lo empezaron (Gago, Sneijder y Baptista) sólo lo concluyó el primero, señal de que a Schuster le disgustó la mezcla. Y el que acabó, Gago, también podría haber sido prescindible. El volante argentino nunca encontró ni el ritmo ni el hilo que convenía a su equipo. Careció de precisión y profundidad en el pase. Ejerció de barrendero, eso sí, en el menudeo defensivo. De manera que el Levante consiguió minimizar los 36 puntos que lo separaban del líder al inicio. Jugó con más intensidad. Con mucha más pasión. Tommasi, por el centro, marcó el territorio y Juanma, por la derecha, superó a Marcelo con facilidad. ¿Qué le faltó? Calidad, claro. Y le sobró Pepe, imponente al corte, determinante para que Casillas alcanzara los 468 minutos imbatido. Los centrales salvaron al Madrid, puesto que los laterales resultaron sospechosos.
LEVANTE 0 - REAL MADRID 2
Levante: Kujovic; Descarga, Serrano, Álvaro, Rubiales; Juanma (Saúl, m. 71), Berson, Tommasi, Courtois (Éttien, m. 86); Pedro León (Iborra, m. 68); y Riga. No utilizados: Tejera; Armando, David y Miguel Ángel.
Real Madrid: Casillas; Torres, Cannavaro, Pepe, Marcelo; Sneijder (Higuaín, m. 70), Gago, Baptista (Guti, m. 56); Raúl, Van Nistelrooy y Robinho (Drenthe, m. 84). No utilizados: Codina, Dudek; Míchel Salgado y Saviola.
Goles: 0-1. M. 76. Van Nistelrooy, de penalti. 0-2. M. 88. Van Nistelrooy, en un disparo cruzado desde fuera del área.
Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Tommasi.
22.312 espectadores en el estadio Ciutat de València.
Naufragó el estrenado medio campo de los blancos y sólo Gago acabó el encuentro
La hinchada granota despidió a sus muchachos como a héroes. "El Levante también existe", rezaba la pancarta de la grada, siempre victimista respecto a su poderoso vecino de Mestalla. Y, efectivamente, el Levante esta vez existió. Fue el orgullo de los supervivientes. Tras meses devastadores sin cobrar, sin ganar, sin existir, los chicos de Di Biasi, los que han decidido quedarse pese a la desbandada de las estrellas, ofrecieron un bello espectáculo. El que significa levantarse de la nada y plantar cara al Madrid. No sólo eso. También superarlo en algunas fases. El optimista De Biasi ha conseguido que sus futbolistas jueguen muy juntos, muy solidarios, muy coordinados. Y que se resistan a morir. El empate ante el Valencia no fue una casualidad. Por encima de todos, Tommasi, un león que rebañó puñados de balones entre las piernas de los centrocampistas madridistas. Un tipo duro que, tras una grave lesión en su época de capitán del Roma, pidió no cobrar durante esa temporada.
La entrega de Tommasi puso en evidencia al centro del campo de Schuster. Y, como la novedad era Gago, todos los tiros apuntaban a su lacia melena. Sería injusto cargar contra él, pues no estuvo peor que sus compañeros, pero no parece dotado para llevar el ritmo del Madrid. Más bien intrascendente como generador de juego, tampoco es un pasador sublime que abra las defensas con un pase en profundidad. Estuvo mejor en la recuperación que en la elaboración. Sería curioso que se echara de menos al denostado Diarra. Tal era la impotencia que Raúl, desesperado, se dejó caer varia veces al centro del campo. Y Schuster retiró a Baptista al inicio de la segunda parte confiando en la imaginación de Guti. Poco después también despidió a Sneijder por Higuaín. Todo con tal de mejorar la distribución del balón.
Lo logró. En parte, también porque el Levante fue alargándose y el Madrid empezó a encontrar espacios. En uno, Higuaín penetró por el extremo derecho y su centro dio en el codo extendido de Serrano, un experto en cometer penaltis estúpidos: ya hizo uno ante el Deportivo. El árbitro tardó un mundo en pitarlo y lo hizo casi a petición popular: era el fondo de los aficionados madridistas. Lo transformó Van Nistelrooy, de tiro seco y raso, y lo celebró como si fuera el gol de la Décima. Extrañó que se sintiera tan orgulloso. El sueño levantinista estaba acabado, pero Riga siguió cabalgando. Y Pepe siguió interponiendo sus largas piernas entre el balón y la portería de Casillas. Al final, reapareció el doctor Van Nistelrooy para volver a anestesiar al colista con un disparo cruzado desde la frontal. Ya ni siquiera necesitó celebrarlo con aspavientos. Victoria ante el colista y nuevo récord. Sin alharacas, sin brillantez, sin misterio. Nuevo trabajo profesional. Nueva demostración de poderío. Es la ley del más fuerte.
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