La gloria del portero invisible
La perseverancia de Almunia puede con el acoso de Lehmann, que pide salir del Arsenal
Manuel Almunia -directo, claro, muy navarro- se encontró con una desagradable sorpresa en agosto de 2004. Acostumbrado al ambiente familiar del Albacete, sufrió un shock al compartir vestuario en el Arsenal con Jens Lehmann, un portero sin escrúpulos que le había declarado la guerra. Primero le hizo el vacío y después le dedicó toda suerte de desprecios. Algo vio Lehmann en este espigado portero español para hostigarlo desde el principio. Advirtió unas condiciones excelentes que le han permitido, a base de seriedad y muchísima paciencia, ser el titular de uno de los equipos más admirados del mundo.
Justo cuando el juego de los gunners se ha encasquillado, Almunia -invisible al principio y refractario a los elogios- ha pasado a primer plano. Primero fue decisivo en la victoria frente al Chelsea de la semana pasada (1-0) y el sábado detuvo un penalti a Robbi Keane y evitó el empate del Tottenham (2-1). El Arsenal sigue líder gracias a él y Lehman, vencido, ha pedido salir del club londinense.
"El fútbol es muy cruel, especialmente con los guardametas", advierte el español
Almunia (Pamplona, 1977) saborea la gloria con mucho respeto. "El fútbol es muy cruel, especialmente con los porteros", advierte; "sé que tengo que jugar bien cada partido y no me gusta mirar al futuro. Si pienso en enero, podría cometer algún fallo y volver al banquillo. Mi cabeza está muy calmada y me concentro mucho mejor que en mi primer año, cuando hubo muchas cosas en ella".
La feroz competencia con Lehmann le ha fortalecido enormemente, opina su descubridor en España, Ricardo Resta, director deportivo del Nàstic. "Walter Pico, el jugador argentino, me dijo que fuera a ver a un portero espectacular que era suplente en el Cartagena [cedido por Osasuna]", recuerda Resta; "en la siguiente campaña ya fue Zamora de Segunda B con el Sabadell". Y, aprovechando que carecía de contrato profesional, Almunia fichó en 2001 por el Celta sin que el club gallego hubiera de pagar traspaso alguno a Osasuna, que desde entonces no guarda ningún aprecio al chico criado en Tajonar.
El Celta le cedió al Eibar y allí, en Segunda A, volvió a ganar otro Zamora que tampoco le garantizó nada. Prestado al Recreativo, se pasó la temporada en blanco. Entonces, Resta, convencido de que era una mina, se lo llevó al Albacete. "Es un caso parecido al de Gorka Iraizoz, que también destacó en el Eibar antes de que se lo llevara el Espanyol", explica su descubridor.
Almunia explotó en el Carlos Belmonte. El titular era Roa, pero, cuando el entrenador, César Ferrando, se decidió por él, flotó el Alba en Primera sin agobios. Tanto que, con tan sólo 25 partidos en la máxima categoría, llegó el ojeador del Arsenal en España, Francis Cagigao, para ficharlo por 3,5 millones.
"Para su estatura [1,90 metros], es muy rápido, ágil, y muy fuerte de piernas. Su punto débil eran las salidas, pero las ha mejorado y ahora es completísimo", le describe Resta. "Era muy serio trabajando, algo introvertido, y tenía un gran afán de superación. Leía libros de psicología deportiva y me extrañó que ningún equipo grande español se interesara por él", comenta Miguel Peiró, preparador físico de aquel Alba de Ferrando, que intentó llevárselo sin éxito al Atlético de Madrid. "Tiene las cosas claras y, cuando opina, opina de verdad", corrobora Resta.
Almunia no ha sido internacional con España y el periódico The Independent le propuso que se nacionalizara inglés a través de la residencia y pudiera optar así a defender la portería de Inglaterra, tan necesitada de guardametas de garantías. "No se pueden cerrar las puertas a nada. Lo que ahora es negro mañana es blanco. Lo digo por experiencia", contestó Almunia, que sabe que volverán los malos tiempos. Es la ley del fútbol. Y recurre a la ética del trabajo para resurgir cuando vengan mal dadas, como en la final de la Champions de 2006, ante el Barça: suplió al expulsado Lehmann y se tragó el gol de Belletti por el palo corto, ahí donde más duele. "Ahora es muy fácil chocar las manos y abrazarse con los compañeros, pero debemos reaccionar en los momentos duros", avisa el portero que ha sabido aparecer justo cuando los gunners lo necesitaban.
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