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Entrevista:DESAYUNO CON... ISIDRE ESTEVE

"No tenemos derecho a quejarnos"

Oriol Puigdemont

Desde hace un par de meses, las 9.45 de la mañana es la hora del primer café para Isidre Esteve. El de hoy se lo sirve Ana, una de las camareras de la cafetería del Instituto Guttmann, el centro de Badalona donde el piloto está reaprendiendo a valerse por sí mismo. Llega en el autocar que cada mañana le recoge en la puerta de su casa, en Sant Just Desvern (Barcelona) a las nueve en punto.

El piloto, inmerso en los ejercicios de rehabilitación, añora el Dakar

La paliza física empieza a las 10. Él, que siempre lo pasaba fatal cuando Miguel Ángel Rodellar, su preparador, le apretaba las clavijas a medida que el Rally Dakar se acercaba, se entrena ahora más que nunca. "De brazos acabo rendido", suspira. "En los últimos meses, he llegado a tener agujetas en músculos que pensaba que no tenía. Es lógico, toda la fuerza la tengo que hacer con los brazos".

Cuando hablan con él, muchos doblan las rodillas instintivamente y se ponen en cuclillas como queriendo disimular lo evidente. Isidre nunca se apura. Han pasado siete meses desde que una maldita roca le hizo trizas la espalda mientras participaba en una carrera todoterreno en Almería. Siete meses desde que comenzó a hacerse a la idea de que su perspectiva sobre la vida ha cambiado por completo: "Un piloto nunca piensa que esto le puede ocurrir a él".

Charlar con él sigue dejando alucinado a cualquiera. Ya ocurría antes del accidente. En el último Dakar, el día que sus opciones de ganar el raid se desvanecieron porque el cambio de marchas de su moto se clavó, soltó: "Uno no siempre tiene la oportunidad de recorrer 400 kilómetros en primera. Puedes contemplar el paisaje, saludar a los rivales que te van adelantando...". Ahora sigue igual, no ha cambiado en nada. La misma ironía, la misma locuacidad y la misma acidez. "He pasado momentos jodidos. Sobre todo durante los tres meses que siguieron al accidente, en la UCI. En todo ese tiempo no tuve una buena noticia. Los partes médicos siempre eran malos". Sin embargo, las cosas han cambiado de un tiempo a esta parte. Isidre vuelve a tener ambiciones, ilusiones. "Mis prioridades han cambiado, pero mi vida sigue teniendo sentido por los objetivos que me marco. Igual que antes. No echo de menos ir en moto, lo que añoro es poder caminar".

Una vez que ha cambiado el chip, los propósitos se le van acumulando. El primero pasa por depender de los demás lo menos posible. Su casa está en obras, la están adaptando para que pueda moverse con la silla sin problemas. "Es un dúplex, y están instalando un ascensor que me cuesta un riñón. Pero al menos yo puedo pagarlo. Hay mucha gente que está mucho peor. En lo que se refiere a subvenciones a los discapacitados, la ley actual tiene mucha tela", critica este ex dakariano que está empeñado en volver a serlo. La semana que viene validará su carné de conducir. "Estoy como loco por volver a coger el coche". El trámite tiene trampa. Aunque lo reconozca con la boca pequeña, su horizonte sigue estando en el mismo sitio: "África me ha marcado la vida. Lo que me ha pasado es horrible, pero viendo cómo la gente sufre allí, uno se da cuenta de que la mayoría de veces, nos quejamos y no tenemos derecho a hacerlo". "No sé cómo ni cuándo será, pero volveré a África. ¡Seguro!", se convence Isidre, que, por si no tuviera suficiente ajetreo con la rehabilitación, también asume el papel de embajador en España de Wings For Live , una fundación financiada entre Red Bull y KTM que rastrea recursos económicos para la investigación de las lesiones en la espina dorsal.

Isidre Esteve, ex piloto de motos.
Isidre Esteve, ex piloto de motos.EFE

Instituto Guttmann Badalona

- Dos cafés

Total: 2 euros

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