'Dexter', policía y asesino
Cuatro estrena la última serie con un protagonista amoral
¿Encandilado por una familia de mafiosos? ¿Intrigado por los avatares de una madre dedicada al narcotráfico para mantener a su familia? ¿O quizá la fascinación es mayor ante un narcisista capaz de seducir a cualquier mujer que se cruza en su camino con tal de olvidar su bloqueo como escritor y como padre? Éstos son algunos de los últimos héroes de la televisión estadounidense, una tradición que parte de la ya legendaria familia de Los Soprano a la viuda de Weeds pasando por el personaje que interpreta David Duchovny en Californication. Todo un conjunto de personajes amorales donde Dexter -que Fox emite los lunes (22.20) y Cuatro estrenará en abierto- es el rey: un asesino tan frío como metódico para el que esta nueva serie pide la simpatía del espectador. "No me digas que no es un reto, humanizar al asesino, hacer de Dexter alguien que se gane las simpatías del público", admite Michael C. Hall, actor más conocido como uno de los hermanos Fisher de la serie A dos metros bajo tierra. A juzgar por la popularidad en Estados Unidos de esta serie, que emite la cadena de cable Showtime, Hall ha cumplido con su cometido. Ya en su segunda temporada, Dexter ha logrado no sólo ganarse las simpatías, sino conseguir que el público se preocupe por este asesino múltiple y tema que pueda ser descubierto. Algo así como lo que el telespectador sintió en la década de los sesenta cuando veía a David Janssen huir de la justicia en El fugitivo, pero en este caso sabiendo que el sospechoso es también culpable.
Hall está de acuerdo en que las cosas han cambiado mucho desde entonces, "en la televisión y en el mundo en general". Los malos siempre han sido los papeles más jugosos para hincarles el diente, ya sea en cine o en televisión, pero el protagonista siempre fue el bueno. Al menos hasta la llegada del nuevo milenio. "En la actualidad, al público le gusta ver personajes con una cierta ambigüedad moral. Antes siempre era o blanco o negro, pero Dexter se mueve en un área mucho más gris", explica este actor de 36 años del éxito de su serie. Sin justificar su comportamiento, el personaje de Dexter Morgan no se limita a ser un nuevo Hannibal Lecter. "De algún modo es admirable porque tiene un estricto código moral por el que no asesina indiscriminadamente. Sólo lo hace con aquellos que lo han hecho previamente y que la justicia ha sido incapaz de castigar adecuadamente", explica Hall, convencido de la ética de su personaje. Dexter también es el retrato de alguien que cuenta con un buen trabajo en el departamento de policía de Miami como experto en trayectorias de sangre, preocupado por su hermanastra, a la que ayuda en su trabajo en el cuerpo de policía, y con una novia "con la que mantiene una agradable relación, lo mismo que con los hijos de ésta", añade el actor de un personaje que nació en una novela de Jeff Lindsay.
Son estas facetas las que ayudan a Hall a encontrar los momentos humanos, incluso con humor, dentro de una carnicería donde al menos Dexter -y quizá también el público- disfruta especialmente con los metódicos asesinatos de este criminal. "En última instancia, la serie cautiva al ser capaz de mostrar que todos tenemos fallos. No es que todos seamos asesinos, pero todos tenemos ese lado oscuro en nuestro interior. Y al menos Dexter ha aprendido a canalizarlo", le disculpa el actor.
El tono sórdido de las tramas de Dexter contrasta con los vivos colores de su entorno, un Miami vibrante en el que transcurre la serie como si se tratara de un CSI: Miami, aunque también esté rodada en Los Ángeles. Además, Hall muestra una imagen completamente diferente a la del encorsetado hermano homosexual de A dos metros bajo tierra, convertido para Dexter en alguien totalmente alejado del cliché de asesino psicópata, con un aspecto más juvenil que el de su anterior trabajo televisivo gracias a ese aire despeinado y algo pelirrojo que disfruta, además de un vestuario más a la moda que el de Patrick Bateman en American Psycho.
"Lo que es cierto es que después de estar rodeado de tanto cadáver me estoy acostumbrando, y no veas la facilidad con la que me pongo los guantes de látex", se permite bromear tras sus seis años como embalsamador en A dos metros... "Pero cuando llega el momento de rodar algún asesinato muy cruento prefiero echar un vistazo de antemano para no llevarme la sorpresa delante de las cámaras", admite, sin haber perdido por el momento la capacidad de sentirse asqueado ante tanta sangre.
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