Digamos ja
Durante los últimos años, centenares de años concretamente, se ha venido imponiendo, sin apenas reflexión crítica, la versión oficial sobre la forma de la Tierra. Redonda. Se plantea como una verdad indiscutible. Pues bien, yo digo: ja. Digo ja, y cuando digo ja no estoy solo. Conmigo dicen ja cada vez más y más personas que no aceptan todo lo que se dice sin más. De generación en generación, de padres a hijos, se transmite que nuestro planeta es redondo y algo achatado por los polos. ¿Y? ¿Debemos aceptarlo sin más? ¿Qué pruebas tenemos sobre esa presunta forma esférica? ¿Algunas fotografías... que pueden ser trucadas? ¿Estudios científicos... que quizá hayan sido manipulados? A saber si Rubalcaba está detrás de muchas de esas presuntas manipulaciones. Nos quieren serviles, domesticados. Digamos ja. A ver: ¿cuántos de ustedes han estado en Australia? ¡Pues claro! Me explico con lo de Australia.
Con la soberbia propia de los ignorantes, los defensores de la versión oficial sobre la forma de la Tierra desdeñan argumentos como la caída al vacío de los australianos. Basándose en la superadísima física newtoniana, los partidarios de la versión oficial argumentan que los australianos no caen al vacío por efecto de la ley de la gravedad. Y tenemos que aceptarlo sin más. Aclaremos una cosa. No se trata de sostener a toda costa que los australianos tienen que caer. No. Ni vamos a tirar a ningún australiano por la ventana. No es eso. Que no ridiculicen nuestra posición. Solamente pedimos que se acepte que hay dos versiones: la oficial y la nuestra. Los que decimos ja.
Hace algunos años, la Iglesia pidió perdón por haber chamuscado a Giordano Bruno, defensor de planteamientos heliocentristas. Dos puntualizaciones: 1. No sabemos a ciencia cierta si Giordano Bruno pudo acertar en el lugar central que el Sol ocupa en nuestro sistema, según la versión oficial, pero bien pudo equivocarse en otras muchas cosas. Es más, ¿quién nos dice que Bruno no era un peligroso criminal al que nunca se descubrió? En ese sentido, quizá con la parrilla se consiguió un efecto benéfico. En segundo lugar, es muy fácil juzgar hoy con criterios de hoy. Es muy sencillo decir ahora: condenamos la fritura de Bruno. No. La historia es la que es, y debemos asumirla. Y esa época que se nos quiere hacer ver negra presenta también grises: para muchos fue apacible. Quizá la Iglesia se precipitó al pedir perdón. Quién lo sabe. En fin, otro día hablaremos de la sentencia de los atentados del 11-M, que también tiene dos versiones. La versión oficial y la versión ja. -
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