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Reportaje:

El despegue de 'Matigol'

El centrocampista chileno, más liberado, lidera el juego de toque del Villarreal

La personalidad de un jugador se mide por su capacidad de asumir responsabilidades en momentos decisivos. Matías Fernández (Buenos Aires, 1986, con nacionalidad chilena) no quiso dejar escapar una segunda oportunidad. La primera se la arrebató Rossi en la primera jornada de Liga ante el Valencia. Como si se tratase de una ley no escrita en un partido de niños en el patio de un colegio, Matías Fernández cogió el esférico pensando en que tenía todo el derecho. El penalti lo chuta al que se lo hacen. No para Rossi, que lo lanzó y marcó.

La noche del domingo, a falta de cinco minutos para el final del encuentro ante el Sevilla, Matías Fernández, criado en Chile, recogió un balón suelto al borde del área rechazado por la defensa. Mati hizo un amago y otro, buscando un hueco más propicio para solventar con éxito la jugada, hasta que fue embestido por el sevillista Mosquera. Y se olvidó de jerarquías. Ausente Rossi, el lanzamiento del penalti le correspondía a Senna. Ambos se han repartido los cuatro penaltis que ha dispuesto hasta la fecha el Villarreal. Mati quiso la responsabilidad. Lo lanzó fuerte y convencido. Era gol o gol. El del triunfo ante el Sevilla (3-2). Y el de la confirmación del Villarreal como uno de los cabecillas de la Liga -es segundo- y uno de los equipos con mejor trato del balón, el que le dan Cani, Cazorla, Pirès, Rossi y Mati.

"Está demostrando su nivel. Había pagado la adaptación", opinan los técnicos del club

Matías Fernández llegó al Villarreal, que pagó por él nueve millones de euros, en el mercado de invierno de la temporada pasada, sin apenas descanso, con más de 60 partidos consecutivos, con su club, el Colo Colo, y la selección chilena. El centrocampista pronto se tuvo que poner los galones de salvador. A los malos resultados del Villarreal se añadía el conflicto con Riquelme. Los que soñaban con la sociedad entre el ensimismado Riquelme y el mejor futbolista suramericano de 2006 se quedaron con las ganas. Sin Riquelme y ausente Pirès por lesión, Mati quedó huérfano y con toda la carga en un periodo de adaptación.

"Cuando se ficha a un gran jugador en el sueldo va el nivel de responsabilidad. Las cantidades económicas que se mueven obliga a que asuman esta responsabilidad", argumenta Juan Carlos Garrido, uno de los técnicos deportivos del Villarreal.

Los primeros partidos del chileno dejaron sensaciones encontradas, algunas certezas y varias dudas. Sus 14 dianas en el último Torneo Clausura en Chile le valieron el sobrenombre de Matigol. Su potente disparo de media distancia le dio fama de consumado especialista en lanzamientos de falta. En cuanto aterrizó en Vila-real le dieron vía libre para ejecutar tal faceta. En media temporada consiguió dos goles, ninguno de libre directo. Sus intervenciones en los partidos estaban salpicadas de detalles esporádicos de gran clase, con depurada técnica y mucha verticalidad. Por el contrario, su aportación al juego era discontinua.

Para Manuel Pellegrini no había duda del potencial y rendimiento futuro de su compatriota. "Va a marcar una diferencia en el fútbol español. Tiene unas condiciones pocas veces vistas. Tiene mucha pegada y es muy potente", dijo el técnico cuando Matías Fernández se puso a sus órdenes. Tras sus primeros partidos con actuaciones descafeinadas, Pellegrini decidió darle descanso para rebajar la presión. Y aumentaron sus prestaciones.

En esta temporada, Matías ha explotado. El chileno alterna presencias y suplencias junto a Cazorla, Pirès y Cani. "Está empezando a demostrar su nivel. Había pagado el periodo de adaptación y lo ha superado", dice Garrido, que redunda su exposición con un aviso: "Matías puede ser un crack y uno de los jugadores más importantes de la Liga. Para disfrute del Villarreal y del fútbol".

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