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Diputados del PP denuncian "caza de brujas" contra los afines a Piqué

El presidente del PP catalán, Daniel Sirera, acabó ayer por convencerse de que sus maneras y actuaciones no cuentan con el beneplácito de la mayoría de su grupo parlamentario y menos el giro de su discurso. Y mucho menos su sometimiento a los dictados de Génova, sede nacional de la formación. Ayer Sirera optó por reunir a sus parlamentarios al comprobar que las desavenencias internas habían traspasado ya la esfera privada después de que ocho de ellos, de un total de 14, se habían reunido la víspera para cuestionar su gestión. Y el contenido había transcendido a la prensa.

En la reunión tomaron la palabra todos menos dos. Incomprensiblemente calló Montserrat Nebrera, una de las diputadas más díscolas y que ha verbalizado en público en numerosas ocasiones todas y cada una de sus quejas. También optó por el silencio Joan Bertomeu, mucho más discreto. Pero el resto no se mordió la lengua y en definitiva le dijeron a Sirera que si bien comparten el mismo objetivo -que Mariano Rajoy conquiste la Moncloa- la actual estrategia es más que equivocada. Que la correcta era la que mantenía el ex líder del partido, Josep Piqué. Es decir, abandonar cualquier signo de radicalidad y pregonar un discurso moderado que, a veces, se ha resumido en las tres C (centralidad, catalanidad y complicidad con España).

Desconfianza

Algunos diputados recordaron a Sirera que éste es el camino aprobado en ponencias políticas y en los congresos y que, si quiere corregirlo, habría que someterlo a votación de los militantes. Pero sobre todo, se quejaron de la "caza de brujas" que, en su opinión, se ha iniciado contra todos los dirigentes afines a Piqué. "Aquí estamos todos en el mismo barco y la dirección no puede desconfiar de esta manera. Si antes mandaba Piqué, ¿con quién teníamos que estar sino con él?", se lamentó ayer uno de estos parlamentarios. "Además, ahora se vuelve a reclutar a lo más radical del partido", añadió en declaraciones a EL PAÍS.

Según diputados presentes en la reunión, el presidente regional se mostró muy conciliador y se comprometió a consensuar las decisiones. Sin embargo, rechazó las acusaciones de "radical" y de cambio de discurso, y les advirtió de que cualquier desavenencia debe expresarse en los órganos internos del partido y no en las reuniones del grupo parlamentario.

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