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EL CORNER INGLÉS | Internacional
Columna
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Rafa y los amores que matan

Fernando Torres no es el mejor jugador del Liverpool aunque algún día quizá lo sea. El mejor jugador del Liverpool es el capitán, Steven Gerrard. El problema es que es demasiado bueno y lo mejor para el equipo sería que se fuera.

Es apenas un murmullo, por ahora, porque les asusta hasta pensarlo a los aficionados del Liverpool. Pero ven el ejemplo del Arsenal y cuánto ha mejorado desde la salida de Thierry Henry; se fijan en las palabras de Cesc Fábregas, el joven director de orquesta del Arsenal, "Henry es un gran jugador..., pero nos inhibía un poco", y piensan: '¿No les ocurrirá lo mismo a los nuestros con Gerrard? ¿No estaríamos mejor con Xabi Alonso dirigiendo el centro del campo?'.

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Tras un comienzo de temporada dulce, se le están empezando a amargar las cosas al equipo de Rafa Benitez, el ídolo español más grande que hayan conocido las Islas. De repente -tras una derrota en la Champions contra el Marsella y un empate a duras penas contra el Tottenham, ambos partidos en casa-, aparecen dudas, se piden explicaciones y se buscan chivos expiatorios. Ha sido imposible evitar ver, por ejemplo, que el Liverpool estaba ganando y jugando mejor cuando Gerrard estaba fuera, por lesión, y el donostiarra Alonso llevaba la batuta. Ahora es Alonso el que está lesionado y Gerrard el que manda en el medio campo y ¿qué pasa? El Liverpool pierde y juega mal.

El ejemplo perfecto fue el partido contra el Derby County hace cinco semanas. El Liverpool ganó 6-0 con dos goles de Alonso y dos de Torres. Después, Alonso se lesionó y desde entonces ha logrado 10 puntos en seis partidos, todos contra rivales en teoría asequibles.

Gerrard es considerado como uno de los tres o cuatro mejores jugadores ingleses de la última década. Es el centrocampista perfecto. Cubre más kilómetros de terreno que nadie, es un toro en la defensa, tiene un disparo potente y gana partidos solo. Pero no siempre. En demasiados partidos rompe la fluidez de juego del equipo por su insistencia en acaparar el balón. Cuando lo normal, lo inteligente para sus compañeros, sería pasarle el balón a Torres o a Babel o a Kuyt... Pero la presión que ejerce la presencia de Gerrard en el campo les persuade con peligrosa frecuencia para que le pasen el balón a él.

Se trata del factor Macho Alfa de la manada. Funciona con los elefantes, los ciervos y los chimpancés porque ellos nunca se dedican a nada tan complejo como el futbol, un deporte en el que el equilibrio en la psicología del colectivo es determinante. Si los machos dominantes saben administrar su poderío para el bien del equipo, perfecto. Tal fue el caso de Maradona en la selección argentina o de Cruyff en el Ajax, el Barça y Holanda. Si bien es cierto que durante un tiempo la influencia del macho dominante es positiva, puede acabar siendo maligna.

Ése parece haber sido el caso con Thierry Henry en el Arsenal. Quizá lo esté siendo hoy con Ronaldinho en el Barcelona. Y también, según los últimos datos que manejamos, con Gerrard en el Liverpool. En todos los casos, al entrenador se le exige tomar una decisión dolorosa. Perder voluntariamente a jugadores de este calibre representa una especie de amputación. Pero a veces es necesario para el bien general. Porque en el fútbol también hay amores que matan.

Gerrard, a la derecha, le arrebata un balón al estonio Dmitrijev.
Gerrard, a la derecha, le arrebata un balón al estonio Dmitrijev.ASSOCIATED PRESS

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