La UEFA sanciona con dos partidos a Dida por simular una agresión
Los reyes para Dida han llegado con antelación. El portero del Milan recibió ayer un gran regalo de la UEFA. El Comité de disciplina decidió sancionarle sólo con dos partidos por los hechos ocurridos en Glasgow hace dos semanas. El Celtic, en cambio, tendrá que pagar una multa de 35.760 euros por "falta de organización y conducta inapropiada de los aficionados". Para el Milan, no se ha tratado de un regalo. Es más, el abogado del club, Leandro Cantamessa, ha calificado la sanción de "excesiva" y ha anunciado que será recurrida.
El pasado día tres, durante el partido de Liga de Campeones entre el conjunto italiano y el escocés, un espontáneo invadió el campo en el minuto 92 cuando el Milan acababa de encajar el segundo gol (2-1). El intruso se acercó a Dida y le tocó levemente la cara. Éste intentó primero perseguir al invasor, y luego se desplomó como un saco de patatas. Salió del césped en camilla y con una bolsa de hielo en la cara. Su intención parecía clara: lograr que al Celtic le dieran el partido por perdido.
La escena irritó a Silvio Berlusconi, dueño del Milan. El jugador no fue multado, siguió en el once titular en Liga y ni siquiera se le exigió que compareciera en rueda de prensa para pedir disculpas. Adriano Galliani, director general, fue quien exigió mantener el silencio. Anteayer declaró que él no era médico sino administrador delegado y recalcó que el cuerpo técnico del Milan no había exagerado pidiendo la sustitución del portero en Glasgow: "Si el médico dijo que sufría mareos, no había alternativas, había que cambiarle".
Los mareos parecen haberse convertido en la línea de defensa del club lombardo. "Algo sufriría... y si se ha decidido no castigar al Milan como club es porque esos mareos eran verdaderos", explicó ayer Cantamessa. "Es una sentencia muy poco equilibrada. Ahora resulta que Dida se ha convertido en el protagonista cuando lo era el que invadió el campo. Hay una falta de lógica tremenda", añadió el abogado del Milan.
En el único antecedente en la historia del fútbol, la FIFA suspendió de por vida a Ricardo Rojas, portero chileno que en 1989 se autoinfligió un corte en la cara con un bisturí durante un partido de clasificación para el Mundial de Italia 90. Logró que el partido se suspendiera al decir que se lo habían hecho los hinchas rivales al lanzar una bengala. No volvió a jugar al fútbol.
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