Triunfadores sin garra
Los tres novilleros del cartel eran los triunfadores de los festejos de septiembre y el paseíllo era su merecido premio. Y se esperaba que protagonizaran una gran tarde de toros, que dieran fe de que son triunfadores de verdad y una fundada esperanza para el futuro.
Pues, no. La verdad es que dieron fe de muy poco. Quizá, quién sabe, porque son conformistas, o porque están contagiados de la modernidad imperante que uniformiza al escalafón bajo el denominador común de la frialdad y el aburrimiento.
Destacó Antonio Nazaré en el cuarto, pero se limitó a cortar una oreja, de ésas que demuestran capacidad y conocimiento, pero que pronto se olvidan. Y tiene técnica y gusto este torero sevillano, y torea bien -el que mejor torea de los tres, sin duda-, pero le faltó romper la tarde, emocionar de verdad a la Maestranza y dejar claro que hay que contar con él. Es verdad que maneja con soltura los engaños y traza con elegancia y largura los muletazos. Tiró de la reservona embestida de su primero y aprovechó la nobleza y escasa entrega del cuarto para destacar en un par de tandas por ambas manos. Buen torero este Nazaré, pero en la Maestranza hay que "morir" para emocionarla y cimbrear a la propia fiesta.
Domecq / Nazaré, Venegas, Delgado
Novillos del Marqués de Domecq, el quinto como sobrero, desiguales de presentación, mansos, blandos, sosos, descastados y nobles. Antonio Nazaré: pinchazo y estocada (silencio); estocada (oreja). José Carlos Venegas: estocada (ovación); estocada trasera -aviso-, estocada (silencio). Miguel Ángel Delgado: media baja (vuelta); pinchazo hondo (ovación). Plaza de la Maestranza. 7 octubre. Menos de media entrada.
Tampoco dieron ese paso sus compañeros de terna. Los tres, por cierto, son variados con el capote, engaño con el que ninguno firmó nada de interés, a pesar de que hubo verónicas, las consabidas chicuelinas, gaoneras, tafalleras y alguna otra modalidad que se quedará en el tintero.
Triunfadores también Venegas y Delgado; ambos están toreados y poseen cualidades evidentes para ser tenidos en cuenta, pero ayer, ay, ayer no dijeron nada. El joven Venegas, que tiene una buena concepción del toreo, se conformó con un par de tandas cortas a su primero y a demostrar que tiene valor ante el blando quinto. Nada más. Muy poco para un triunfador.
Y Miguel Ángel Delgado es un fino torero de Écija, elegante, con hechuras y maneras de artista, pero frío, demasiado frío, a pesar de los cientos de enfervorizados partidarios que lo acompañan y que tan poco bien le hacen. Le da escasa importancia a su labor y ésta no llega con facilidad a los tendidos, a pesar de la calidad de su trazo. Le falta garra, en una palabra; y enfado, y el convencimiento de que hay que acabar con el cuadro. Padece, en suma, el mismo problema que sus compañeros.
Dibujó una buena tanda de derechazos al comienzo de su faena al tercero; al sexto lo recibió con unas cadenciosas verónicas e inició la faena de muleta con unos magníficos naturales que ligó perfectamente con el de pecho. En la siguiente tanda sufrió una voltereta sin consecuencias y el novillo se asustó. El animal se aculó en tablas y la esperanza se esfumó.
En fin, tres triunfadores y un sola oreja. Muy pobre bagaje.
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