Con una parte basta
El Villarreal sigue en racha al ganar en la segunda mitad a un Athletic superior en la primera
Hay equipos que tienen que hacer mil cosas para que una le salga bien. En cambio, a otros con muy poco les basta. Algunos, los que creen en el azar y en divinidades lo achacarán a la suerte o a los dioses. Para los pragmáticos, no es otra cosa que talento, algo que le sobra al Villarreal como pudo comprobar ayer el Athletic, al que no le bastó con vaciarse y ser superior en el primer acto. Le faltó remate y despertó el ingenio del Villarreal que en la segunda mitad se puso el traje de los domingos para superar al rival.
El Athletic comenzó asustando. En el primer minuto, Aduriz ganó por velocidad a Cygan y se plantó ante Viera. El delantero vasco se recreó en su suerte y no venció el último obstáculo que le quedaba para adelantar a su equipo. En vez de disparar hacia un costado, intentó regatear al meta uruguayo y meterse hasta dentro de la portería. El tipo de jugadas que pueden condicionar el acontecer de un partido desde el inicio. El Athletic no consiguió marcar. Sin embargo, determinó en algo el posterior transcurso del tiempo. Sorprendentemente, el balón lo gobernaban los de Caparrós.
VILLARREAL 1 - ATHLETIC 0
Villarreal: Viera; Ángel, Cygan, Fuentes, Capdevila; Pirès (Matías Fernández, m. 75), Senna, Josico (Javi Venta, m. 46), Cazorla; Rossi y Nihat (Guille Franco, m. 65). No utilizados: Diego López, Godín, Cani y Tomasson.
Athletic: Iraizoz; Iraola, Aitor Ocio, Amorebieta, Del Horno; Etxeberría (Susaeta, m. 69), Javi Martínez (Muñoz, m. 85), Orbaiz, David López; Vélez (Llorente, m. 57) y Aduriz. No utilizados: Aranzubía, Ustaritz, Zubiaurre y Koikili.
Goles: 1- 0. M. 63. Fuentes cabecea a gol un centro de Senna tras una larga jugada del Villarreal.
Árbitro: Álvarez Izquierdo. Amonestó a Del Horno, Rossi, Senna, Guille Franco y a Capdevila.
Unos 18.000 espectadores en el estadio de El Madrigal.
Con el juguete en sus pies, el Villarreal volvió a ser el de siempre, tras muchos minutos nublado
Tal dominio tenía un nombre propio: Orbaiz. El organizador reaparecía en el conjunto rojiblanco. Castigado por las lesiones, la proyección de Orbaiz se ha visto frenada por sus problemas físicos. Con él en el terreno de juego, las acciones del Athletic ganan en criterio, algo de lo que no anda muy sobrado el conjunto vasco. Su estela se apagó en la segunda mitad. Con la contratación de Caparrós, los bilbaínos han intentado recuperar parte de sus señas de identidad. La casta, el esfuerzo, el coraje, la tradición y todos los signos del fútbol de antaño. No juegan con borceguíes y pañuelo en la cabeza porque ya no se llevan en los tiempos que corren. Sí utilizan, sin embargo, ciertas características del fútbol clásico. Nada de ocupar las bandas con futbolistas a pie cambiado. Dos extremos abiertos (Etxeberría y David López), como toda la vida, y dos rematadores fuertes (Aduriz y Vélez).
El planteamiento, la actitud y el buen hacer del Athletic desconcertaron al Villarreal. Sus jugadores no acababan de asociarse como acostumbran. La presión vasca nublaba a los creativos amarillos. Senna, Pirès y Cazorla no se dejaban ver. Desabastecidos, Nihat y Rossi apenas intervenían en las zonas calientes. El turco y el italiano se alternaban para bajar a recibir el esférico al centro del campo al ser ambos futbolistas a los que les gusta participar en el juego además de intentar definir. El buen momento de los clónicos delanteros hizo que Pellegrini desestimara mezclar a uno de los dos con un referente más puro en ataque como Tomasson o Guille Franco.
Que los entrenadores saben más que nadie de las necesidades de su equipo queda fuera de toda duda, a pesar de los debates que genera tal cuestión. Pellegrini movió ficha en el descanso y tomó en apariencia una decisión extraña. Quitó a Josico por Javi Venta. Ángel se situó al costado de Senna en las labores organizativas. El técnico chileno se olvidó de que tenía en el banquillo a Cani, un futbolista más específico para tales menesteres. El Villarreal comenzó a funcionar. La metamorfosis se hizo evidente.
En el arranque tras el intermedio, después de varias combinaciones, Javi Venta profundizó hasta la línea de gol y su pase atrás fue rematado por Cazorla tras dejarlo pasar Rossi. Iraizoz, con una espléndida parada lo evitó. Una jugada que define lo que es el Villarreal actual. Fue un aviso. El Athletic perdía con facilidad el esférico. Caparrós buscó solucionar la cuestión dando cancha a Llorente. En caso de problemas, el zapatazo a los puntas para que aguanten la pelota en espera de la llegada de jugadores de la segunda línea, evita transiciones innecesarias.
Con el juguete en sus pies, el Villarreal volvió a ser el de siempre y logró desbloquear el marcador por mediación del defensa Fuentes tras una larga jugada que terminó con cinco futbolistas amarillos en disposición de rematar. Fue la típica jugada de centros, rebotes, idas y venidas, que acaba descolocando a la defensa. Fuentes, no sin apuros, remató un centro templado, flojo, no bueno. Pero fue gol, porque se marchó al lugar donde Iraizoz nunca podría haber llegado.
Las prisas del Athletic se convirtieron en precipitación y desesperación. Llegó con alguna asiduidad, pero sin peligro, con ese fútbol previsible y directo en el que casi siempre se sabe lo que va a ocurrir. La presencia de Llorente fue absolutamente testimonial. No asustó y al Villarreal no le hizo falta más. Le bastaron 45 minutos para ganar, sin un esfuerzo supremo.
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