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Los 'papeles de Crawford'

"No conocía la brutalidad con la que Bush advirtió a Chile"

El ex embajador chileno en la ONU, indignado por el contenido del acta

Juan Gabriel Valdés, embajador de Chile ante la ONU en los días previos a la invasión de Irak, reaccionó ayer con estupor al conocer el acta de la conversación Bush-Aznar del 22 de febrero de 2003, durante la cual el presidente de EE UU amenazó con perjudicar a Chile si no apoyaba la invasión. "Nunca se dijo aquí en Chile nada de semejante brutalidad. Sabía que había habido algún tipo de presiones, pero nunca tan directas", dijo Valdés.

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El ex embajador se refería a un párrafo de la conversación de Crawford (Tejas) en la que el presidente George W. Bush señalaba a José María Aznar el comportamiento que debían observar los países considerados amigos de EE UU. "Países como México, Chile, Angola y Camerún deben saber que lo que está en juego es la seguridad de los Estados Unidos y actuar con un sentido de amistad hacia nosotros. [El presidente chileno Ricardo] Lagos debe saber que el Acuerdo de Libre Comercio con Chile está pendiente de confirmación en el Senado y que una actitud negativa en este tema podría poner en peligro esa ratificación", decía Bush.

En la primera quincena de marzo de 2003 habían trascendido algunas informaciones sobre la presión que ejercía Washington sobre aquellos países que manifestaban sus reticencias a apoyar una intervención militar en Irak. En particular, en relación a Chile, se pudo saber que el entonces principal negociador comercial de EE UU, Robert Zoellick, se había puesto en contacto con la ministra de Relaciones Exteriores de Chile, Soledad Alvear, para manifestarle que "tenía miedo de que en el Senado norteamericano se recibiera muy mal un voto contrario de Chile a la resolución". En aquella época estaba pendiente, como recordó Bush a Aznar en su reunión, la firma del Tratado de Libre Comercio entre EE UU y Chile.

"La conversación entre Aznar y Bush revela exactamente la visión que tenía y tiene la Administración de Bush de las Naciones Unidas como institución. Lo que está por encima de todo, en este caso de la guerra de Irak, es la relación bilateral que cada país tiene con EE UU. Todo se mide en función de esa relación bilateral. No existe la comunidad internacional como tal", protesta Valdés.

Las gestiones de Palacio

El ex embajador participó activamente en la oposición a la segunda resolución propuesta por EE UU, Reino Unido y España. "¿Cómo íbamos a apoyar una guerra cuando los informes públicos y privados del jefe de los inspectores de la ONU, Hans Blix, hablaban de un incremento de la cooperación de Irak, cuando no habían encontrado armas prohibidas y cuando se llegaron a destruir 70 misiles Al Samud 2?", plantea. Por eso, Valdés lideró junto con el entonces embajador de México ante la ONU, Adolfo Aguilar Zinser, un grupo de seis países (Angola, Camerún, Guinea, Pakistán, México y Chile) para dar más tiempo a los inspectores, aunque no indefinidamente. En marzo de 2003, la ministra española de Exteriores, Ana Palacio, propuso a Chile que copatrocinara la segunda resolución. "Sole, hay que salvar a Colin, hay que salvar a Colin", espetó Palacio a la ministra chilena Soledad Alvear, en referencia al secretario de Estado norteamericano Colin Powell.

Palacio excluyó de una reunión con Colin Powell a Adolfo Aguilar Zinser -sólo permitió la asistencia del ministro de Relaciones Exteriores de México, Ernesto Derbez, el 7 de marzo de 2003- por considerarlo demasiado antiamericano. Aguilar Zinser murió años más tarde en un accidente automovilístico.

Philippe Sands es el abogado británico experto en Derecho Internacional que destapó el memorándum secreto de la reunión del 31 de enero de 2003 entre Bush y Blair. Preguntado ayer sobre la conversación de Crawford entre Aznar y Bush, dijo: "La segunda resolución fue una concesión de Bush a Blair de mala gana. No se trató ni siquiera de dar legalidad a la guerra. Las conversaciones de Aznar y Bush son coherentes con las anteriores de Bush y Blair. Una auténtica mascarada".

Juan Gabriel Valdés, ex embajador chileno en la ONU (izquierda), y Philippe Sands, abogado británico.
Juan Gabriel Valdés, ex embajador chileno en la ONU (izquierda), y Philippe Sands, abogado británico.EPA / EL PAÍS

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