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Crónica:VUELTA 2007
Crónica
Texto informativo con interpretación

Labor de zapa

Luis Pérez se lleva la etapa mientras Sastre y el Euskaltel finiquitan las opciones del ruso Efimkin

En la galería de personajes de la Vuelta hay dos habituales. Uno es el líder, Denis Menchov, que parece no sufrir, que responde a cualquier propuesta, que le da igual ir arropado por sus compañeros (lo que siempre se agradece) que quedarse sólo cuando la carrera exige el sacrificio de las estrellas. Se diría que Menchov es el gran líder rutinario, algo así como el campeón desapercibido, silencioso, que se llevará la Vuelta sin un ruido, con un triunfo en Cerler y sin la sensación de haberse despeinado. Otro es Carlos Sastre, el revoltoso, el mentirosillo, el que intenta lo físico y lo psicológico, el que dice que no va a atacar cuando piensa atacar, el que se descuelga para ver qué hacen los demás y el que atacó ayer en el puerto de Mijares, poniendo la carrera bajo un estado de shock instantáneo que se agradecía después de tanta rutina, de tanto no pasar nada.

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Sastre sin duda es revoltoso. Y como buen atacante se revuelve contra los que chupan rueda, contra los que no colaboran. Es habitual verle gesticular contra los burgueses de la escapada y es habitual verle pelear cada segundo como si en ello le fuera la vida. La Vuelta de esta edición le debe mucho a Sastre. Sólo pensar en su ausencia provoca estado de somnolencia.

Sastre atacó ayer en el puerto más duro, muy lejos de la meta, cuando vio que la escapada previa estaba cerca y tenía corredores de su equipo para intentar la aventura. Le respondieron casi todos: Menchov, Sastre, Evans, Mosquera... pero no Efimkin, el ruso del Caisse d'Épargne, que no supo reaccionar y se quedó cortado. El despiste le costó al final bajarse del podio de Madrid: ahora Sastre es tercero y Samuel Sánchez cuarto, dejando a Efimkin muy lejos del éxito. No fue un buen día para el equipo de Eusebio Unzue, que contaba en la escapada con Karpets para distintas soluciones. Con lo de Efimkin, sólo le quedó aguantar a la cola de la escapada, no dar ni un relevo y, a la postre, no disputar el triunfo de etapa.

Porque el triunfo le correspondió a otro personaje para la galería. Luis Pérez había anunciado en la salida de Talavera de la Reina que dejaba el ciclismo profesional al término de la temporada. Que ésta era su última Vuelta, su última gran carrera. Resulta que Pérez, líder del Andalucía CajaSur, cogió la escapada buena, la del tantarantán de Sastre, y allí se quedó con todos ellos.

Los grandes echaban cuentas sobre la distancia que obtenían respecto a Efimkin para destronarle del podio. Pérez echaba cuentas de cómo y dónde podía intentar ganar la etapa: en el empedrado. Allí estaba su oportunidad, una ascensión cortita pero dura, bordeando la muralla, que había que subir dos veces antes de alcanzar la meta.

Allí atacó Pérez mientras el grupo aristocrático se miraba, se remiraba, Sastre protestaba, Menchov se apartaba. Hasta que el Euskaltel decidió liderar el grupo. Pero ya era tarde. Su colaboración con el CSC de Sastre sirvió para desbancar a Efimkin, pero no para evitar el triunfo de Pérez. Un triunfo que todos querían para sí mismos, pero que, seguramente, todos celebraron con el corredor madrileño, tan contento, con un triunfo de despedida en una jornada en la que los candidatos movieron sus cartas. Él se llevó la partida.

Hoy se juega la última mano en Abantos, por donde los ciclistas pasarán dos veces, la última en el final de etapa. Cuesta creer que alguien pueda intimidar al líder. Será la última oportunidad para Sastre o Samuel Sánchez. Evans tampoco puede descuidarse. Las distancias son escasas, aunque se agrandan cuando se comparan con el ánimo de cada cual. La lucha se centra en dos cajones del podio. Los que están por debajo del primero.

Carlos Sastre, a la derecha, seguido por Luis Pérez, en la ascensión al puerto de Navalmoral.
Carlos Sastre, a la derecha, seguido por Luis Pérez, en la ascensión al puerto de Navalmoral.EFE

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