España puede con todo
Los campeones del mundo alcanzan la final tras superar el duro y asfixiante estilo de juego de Grecia
Este equipo gana por activa o por pasiva. Con brillantez o con sobriedad y, si hay que ponerse a jugar duro, como lograron los griegos, también. Ganó España y estará en la final, donde quería y como quería. A un partido de la gloria, como campeona del mundo y en casa. Le costó sangre, sudor y nervios de acero. Tuvo que emplearse a fondo en un aspecto que no es de su agrado, el de la agresividad física llevada más allá del extremo reglamentario, el de la picardía tramposa para confundir a los árbitros o sacar de sus casillas a los rivales. Así lo quisieron los griegos, que jugando a su estilo tampoco pudieron con España. Eso sí, la hicieron sufrir como nunca.
El cuadro de Yannakis, jugando a su estilo correoso, tampoco pudo con los de Pepu
Nada tuvo que ver el partido con aquella final del Mundial de Japón, ni tampoco con el encuentro de la primera fase, ya en este Eurobasket, en que los griegos también fueron arrollados. La semifinal fue otra cosa. Puso a prueba los nervios, la capacidad de encaje y el oficio del equipo español, que respondió maravillosamente y solventó la papeleta a pesar de lo muchísimo que empujó Grecia.
España se reservó una respuesta corregida y aumentada para todas y cada una de las estratagemas de un viejo maestro en situaciones extremas como Panagiotis Yannakis. El entrenador griego las ha vivido de todos los colores. Sabe qué trampas tender y cómo apretar al rival donde más le duele. Si España esperaba un equipo paradito, que tratara de espesar el ritmo de juego, se encontró, de entrada, con el reverso de la moneda. La lentitud y la especulación con el tiempo de posesión, las faltas y los nervios quedaban para el final. Los griegos corrían como demonios en sus primeras transiciones, con dos ala-pívots muy cualificados como son Nikudis y Kakiuzis. Pillaron descolocada a la defensa española, alternativamente individual y en zona, pero lo que ganaban por allí (6-10) lo perdían en el lado contrario de la cancha (17-16). Calderón aceleró y Pau Gasol marcó su colosal presencia, agilidad, movimientos y mano para percutir sobre el aro.
Estaba claro que antes o después Yannakis iba a dar la orden a sus cañoneros. Su punto más fuerte es la línea exterior, con tres o cuatro jugadores capaces de colarla desde el horizonte. Pero en lugar de abrir zonas de disparo para ellos, se posicionaron más allá de la línea de 6,25 metros esos tipos que son capaces tanto de jugar de pívots como de meterla desde la lejanía.
Pero quien a hierro mata, a hierro muere. Así lo pensó y lo ejecutó una vez más Calderón. El base español posee una marcha más que los demás. La administra con sabiduría. Necesitó el equipo español de sus triples y los tuvo. Su mano es de seda. Tres de los cuatro primeros que lanzó cayeron sobre los griegos como un mazazo. La manta no les llegaba. Si apretaban la zarpa sobre Gasol, el chaparrón les caía desde fuera. Y a la inversa (37-26). Encima, los que salían del banquillo español no bajaban el listón, Navarro en especial.
Pero Yannakis siguió dale que te pego, dándole vueltas al asunto. Recurrió a Spanulis para dar una vuelta de tuerca a la intensidad defensiva de su equipo. Ya no esperaban a defender en su zona, perseguían a los españoles por toda la cancha. Lo acusó el equipo de Pepu Hernández, que perdió muchos balones. Volvieron a apretar el marcador los griegos, de los que tiró Spanulis. Pasado ya el ecuador del partido, el escolta que la pasada temporada estuvo en los Houston Rockets, se adueñó del argumento. Secó a Calderón, se hizo con el balón y situó a los suyos por delante (50-53). El asunto empezaba a resultar espinoso.
Pepu Hernández pidió un tiempo muerto. Spanulis insistió. Le respondió Navarro con un triple sobre el límite de tiempo de posesión. Los jugadores españoles pedían ser espoleados por el público. El Palacio ardía. El partido estaba donde querían los griegos, mucha igualdad, mucha tensión, mucha guerra sucia. Vasilopulos demostró que es lo que les va y contestó con un triple cuando peor lo pasaban. La tensión se hizo insoportable y el tercer cuarto finalizó con una tangana tras un rifirrafe entre Diamantidis y Navarro.
Si los griegos tiraban por la calle de en medio, el equipo español demostró que no es un pardillo. Calderón le hizo un caño a Spanoulis y asistió a Navarro para que enchufara su quinto triple de seis intentos. Otra refriega evidenció lo curtido que está el equipo español, que sólo falló un tiro libre de 28, y Garbajosa, de otro lío con Calderón en el suelo y medio equipo griego recriminándole, sacó una falta intencionada de Tsartsaris. Pero los griegos son unos maestros en el asunto. Rudy cometió una falta por simular un empujón. A cinco minutos para el final, Papadopulos dio la última ventaja a su equipo. Navarro y Pau Gasol, deslumbrantes en las acciones ofensivas, arrastraron al equipo español, que sufrió para mantener los dos, tres, cuatro puntitos en los que osciló la ventaja durante un final de partido agónico. Ganó España, contra natura, en las antípodas de su estilo habitual, lo cual no deja de ser otra buena noticia.
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