Una cuestión de honor

Francia y Argentina abren esta noche el juego en el Stade de France la IV Copa del Mundo de Rugby (Canal +, Canal + Deporte y Sportmanía ofrecen todo el torneo). Una cuestión de honor. 20 equipos, repartidos en cuatro grupos de cinco, lucharán desde hoy y hasta el 20 de octubre por conquistar la copa en memoria de William Webb Ellis, el hombre que cogió la pelota con las manos y corrió con ella, inventando un deporte de orgullo y barro, que cada cuatro años desde 1987 une negocio y tradición. Inglaterra defiende el título que ganó en 2003 en Australia ante el equipo local, país que lleva dos triunfos (1991 y 1999) por uno de Suráfrica (1995) y otro de Nueva Zelanda (1987).

Los 30 All Blacks, el equipo de Nueva Zelanda, son favoritos, pues nadie aglutina tanto talento repartido entre tantos jugadores, incluido Luke McAllister, llamado a ser la revelación del torneo. Los organizadores han convertido su primer título del mundo en cuestión de estado. "Ganar por Francia", pidió el presidente de la República, Nicolas Sarkozy, así que Francia tiene mucho que perder. El 87% del país ha declarado estar pendiente, más o menos, de la cita. Hace diez días, en Montpellier, 8.000 aficionados vieron un entrenamiento de los wallabies, el equipo australiano, aunque si fuera por votación popular, indudablemente ganaría el torneo Irlanda, acaparadora de todos los códigos que han hecho grande a este deporte, al que algunos ya llaman rugbusiness cuando llega el Mundial.

Estudios publicitarios advierten de que si Estados Unidos pudiera ganar el torneo, el certamen sería el acontecimiento deportivo más seguido del mundo. Pero EE UU es mera comparsa, así que la cita que hoy empieza sigue detrás de los Juegos y los Mundiales de fútbol a nivel de mercadotécnica y de audiencias televisivas. Por eso, durante 44 y 48 partidos, el mundo será oval y Francia un campo de tres palos.

Pero el acontecimiento empieza marcado por la polémica. Las agencias de noticias no han aceptado el chantaje económico de la organización y amenazan con no cubrir los partidos. Además, esto es Francia y la obsesión por un juego limpio ha viajado del Tour al rugby en las páginas de los rotativos galos. La organización pensaba realizar casi 300 análisis de orina y esta siendo presionada para que incluya pruebas de sangre.

Las entradas están vendidas, las reservas de cerveza preparadas -los bares de Burdeos calculan que se consumirá el equivalente a cuatro meses-, no quedan habitaciones en las sedes coincidiendo con los partidos y la afición aguarda impaciente un certamen en el que pueden cambiar muchos esquemas en la concepción el juego. Las melés y los saques de lateral, los tiros a palo y las transformaciones están llamados a perder importancia en favor de los retornos, los robos de balón. Estos es rugby y hoy empieza el espectáculo. Pura cuestión de honor.