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Reportaje:Eurobasket | GRUPO A

Rusia recobra su metralleta

Kirilenko, pilar de un equipo a la búsqueda de su brillante pasado

José Marcos

"¡Russiya! ¡Russiya!". Iosif y Grigori, engalanados con dos sombreros de la Marina rusa del tamaño de una paellera, no paran de gesticular. Les embarga la ilusión. Sobre todo, cuando encesta Andrei Kirilenko. Entran en éxtasis. "¡AK-47! ¡AK-47! ¡Ra-ta-ta-ta!", jalean imitando el sonido de una metralleta. "De un Kalashnikov", puntualiza su amigo Igor.

Eso es lo que es Kirilenko (Izhevsk, 26 años), que el lunes machacó a los serbios con 24 puntos. También ayer a los israelíes, a los que endosó 17 (90-56). El ala-pívot de los Jazz de Utah llega fresco al Europeo tras una agridulce temporada en Salt Lake City. Bajó sus porcentajes y se lesionó en un tobillo, pero los muchachos de Jerry Sloan se clasificaron para las eliminatorias finales tras nueve años.

"Los números son lo de menos. Lo importante es jugar en equipo, compactos, fuertes", asiente el jugador. Lo atestiguan los suyos en la NBA. La pasada campaña promedió 8,3 puntos, menos que en su año de novato (10,7). La mitad que en 2004. A cambio, mejoró sus cifras en rebotes (6,2), robos (1,5) y tapones (2,5). Se mentalizaba para estar a tope en el Eurobasket. Por eso se sometió a un entrenamiento especial en Los Ángeles, donde ganó masa muscular y mejoró su tiro de media distancia. Dice que el intensivo le perjudicó "un poquito" con los Jazz, pero matiza: "Ahora es el momento de luchar, de ser lo que fuimos".

La última vez que los herederos de la Unión Soviética -14 oros, dos platas y tres bronces- ganaron una medalla fue en el Mundial de 1998. Entonces, en Atenas, terminaron segundos. Desde entonces, Rusia es un páramo. En el Europeo de Belgrado, hace dos años, en el que Kirilenko fue el máximo reboteador, fue octava. Ni siquiera se clasificaron para los Juegos Olímpicos de Atenas. Ni para el Mundial de Japón.

En una decisión muy cuestionada por los técnicos locales, Sergei Chernov, presidente de la federación, contrató hace año y medio a David Blatt, un extranjero, oriundo de Louisville (Kentucky), de la América profunda. Su misión: lograr el pase a los Juegos de Pekín. "Si nos clasificamos, entonces Blatt tendrá una extensión del contrato. Si no, deberá irse", avisó Chernov.

La cabeza de Blatt depende de lo que haga Kirilenko, máximo anotador de su conjunto en seis de los ocho duelos previos. "David es un entrenador experimentado que está intentando construir un modelo, una especie de estilo dorado. Lo lograremos", responde el baloncestista, pendiente del nacionalizado Holden, un negro de Pittsburgh entre tallos cenicientos, rubios y de ojos azules. "¿Y qué? Es ruso, hombre... Aunque apenas lo hable", se desternilla Kirilenko.

El ruso, prototipo de jugador total -lo mismo tapona que monta el ataque-, se muestra confiado. Relajadísimo. Sonríe pícaro cuando le recuerdan su pacto con su esposa, Masha Lopatova. La cantante le ha concedido una bula no apta para mormones. "Serla infiel, sin dramas, sin rencores, una vez al año", confirma un integrante del staff ruso. "Todo lo que está prohibido siempre es más deseable y los deportistas, especialmente los hombres, son muy susceptibles a todo lo que les ofrece. Es lo mismo que cuando a un niño se le prohíbe comer pizza. ¿Qué es lo que más va a desear?", asegura la señora de Kirilenko. "América es puritana. En Rusia esto no tendría importancia", zanja el jugador.

Kirilenko, ayer frente al israelí Roberts.
Kirilenko, ayer frente al israelí Roberts.REUTERS

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Sobre la firma

José Marcos
Redactor de Nacional desde 2015, especializado en PSOE y Gobierno. Previamente informó del Gobierno regional y casos de corrupción en Madrid, tras ocho años en Deportes. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Trabajó en Starmedia, Onda Imefe y el semanario La Clave.

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