Carga rusa en los 3.000 obstáculos
Volkova roza el récord mundial con un ritmo infernal y Morató acaba octava
Hay cazadores que desprecian a las liebres. Gente dedicada a la caza mayor. Acechadores de grandes trofeos. Cualquier día del año, Yekaterina Volkova, rusa, esposa de atleta y madre de un niño de tres años, pasaría por justo lo contrario. Ayer, no. Volkova olió la pólvora del pistoletazo de salida de la final de los 3.000 metros obstáculos y reaccionó como un caballo desbocado. A los 50 segundos, vio cómo su compatriota Gulnara Samitova apretaba el paso para dividir la final en dos carreras: la suya y la del resto.
Volkova no lo permitió. Dio caza a la plusmarquista mundial, que podía haber sido su liebre, la atleta que le abriera el camino y le marcara el ritmo. Atacó los obstáculos como un animal en fuga. Y se convirtió en una obstaculista enfrentada a sí misma. Sin nadie por delante. Sin nadie por detrás. Sola frente al estadio, Volkova arremetió en busca de un doble éxito: la medalla de oro y el récord mundial.
La rusa corrió los primeros mil metros en tres minutos infernales. Sufrió los segundos mil castigándose en 3m 5s. Entró en la última vuelta con el gesto descompuesto, la mirada apagada y la plusmarca en los pies. Y la cerró a 8 segundos de ella. Siempre sola, siempre sin liebre y para siempre rumiando si sus celebraciones de la recta final no le habrían dejado al cabo sin el mejor registro de la historia (9m 6,57s).
Un mundo después llegaron las restantes competidoras. Y con ellas, la octava, Rosa Morató, que vivió en primera fila la exhibición de Volkova. "Pensaba que la final iba a ser rápida, pero no tanto", reconoció la española. "La verdad es que han salido a un ritmo que... No sabía si las otras iban muy rápidas o yo iba fatal. Me dije: 'Rosa, aguanta y, al final, intenta pillar a las que vayan cayendo", prosiguió. "Poquito a poquito, he ido remontando... Ha sido una locura. Así nos lo ponen muy difícil. No es que haya dudado, que me haya dicho 'cuidado, relájate'; es que no podía. Si hubiera podido, me habría arriesgado y me habría ido hacia adelante, pero...", no terminó.
Las cuentas de la final, que dejó a dos rusas en lo más alto del podio, demuestran la brutalidad de la carga de Volkova, medallista de plata hace dos años en Helsinki. "Pensé que se ganaría corriendo en 9m 15s", dijo Morató. El oro costó casi 8s menos. La distancia entre correr y volar. Un registro a un centímetro del récord.
"No me importa no haber conseguido el récord mundial porque no corrí por él, sino por la victoria en la final", dijo Volkova, con las piernas llenas de cardenales; "más de 600 metros antes de la meta, ya sabía que iba a ganar. Estoy realmente contenta. Pensar en récords es algo para Gulnara
De hecho, se suponía que hoy iba a ser su carrera". No lo fue. Gulnara fue la liebre. Volkova, la cazadora.
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