El Betis duerme al Recreativo

El Betis contrató a Héctor Cúper para escapar del suplicio de la temporada pasada. Después del carrusel de entrenadores que casi sentenció a Segunda al cuadro andaluz, de las broncas de Irureta y Luis Fernández con Manuel Ruiz de Lopera, la solución fueron las charreteras de general del técnico suramericano. Para la entidad sevillana, que esta temporada cumple 100 años de historia, avivar el malestar social era un lujo.

Antes que por el fútbol de feria, se optó por el látigo. La visita al Recreativo confirmó la apuesta. Los únicos que mimaron el balón fueron los zagales de Víctor Muñoz. Marquitos fue una culebrilla por las alas, como Camuñas, que hizo de brasileño en el gol de Sinama-Pongolle. Desbordó a Rivera y Nano con una bicicleta que se le fue un pelín larga. La aprovechó el africano, en un remate cruzado a dos palmos de Ricardo.

El Recre achuchó hasta el descanso, pero no mató el partido. Con media plantilla de nuevas, todavía le están poniendo los ladrillos. Lo aprovechó a balón parado Nano, un central de los de antes, brutote, de los que exhiben con orgullo sus chichones. Un peón ejemplar, el canón perfecto para su nuevo técnico.

Por algo, la quintaesencia de los equipos de Cúper recuerda al servicio militar. En su régimen, los jugadores cierran filas, cerca de su arco. A la espera del error del rival. Por ahí llegó la acción de Nano, tras un córner de Caffa. Fue la acción más vistosa del Betis, que no explotó la creatividad de gente como Rivera o Pavone.

El encuentro, digno, pasó a tostón. Y eso que había comenzado con salero, siempre del lado del Recreativo. El grupo de Víctor Muñoz terminó enredado en la madeja bética del mediocampo. Cúper se salió con la suya. Aun así, una rebelión silenciosa se cuece en el Betis. Odonkor, que de alemán tiene poco, pareció contagiado por la final de 100 metros de Osaka. A la que pudo, se echó un sprint por la banda. Pavone también se lanzó al ataque en un par de acciones. Dos chispazos en la negrura más absoluta, donde el resultado impera. ¿La creatividad? Para los salones de peluquería.