Ni fantasía ni juego ni gol
El Barça no pasa del empate a cero ante un Racing que acabó con 10 y creó más ocasiones
El Barça de los fantásticos empezó empantanado en el Nuevo Sardinero, resignado al principio a ser vapuleado para quedarse al final a un paso de la victoria. La grada saludó el empate con júbilo y no era para menos. El Racing no sólo plantó cara a los azulgrana: pudo marcar tres goles en la primera parte y resistió los últimos 20 minutos con diez hombres tras la expulsión de su último fichaje, Smolarek, que vio la tarjeta roja a los 12 minutos de entrar en el campo por una entrada a Abidal. El Barça estuvo desconocido: jugó lento, no le sirvió de nada tener el balón y su achuchón final sólo le alcanzó para que Henry enviara un balón al palo. Pero las dudas caerán como una losa sobre Rijkaard por dos decisiones: retiró a la hora de juego a Messi, su delantero más activo, por el francés cuando a Ronaldinho no se le había casi visto y Eto'o tampoco estaba para tirar cohetes. Y luego eligió sustituir a Touré, una pieza básica en su esquema, para reaccionar con Deco. El Racing no se amilanó y Garay no marcó en el instante final de milagro.
RACING 0 - BARCELONA 0
Racing: Toño; Pinillos, Oriol, Garay, Luis Fernádez (Ayozé, m. 46); Jorge López, Colsa, Duscher, Serrano (Christian, m. 75); Munitis e Iván Bolado (Smolarek, m. 55). No utilizados: Jordi López; Mario, Luisma y Marcano.
Barcelona: Valdés; Zambrotta (Márquez, m. 79), Oleguer, Thuram, Abidal; Xavi, Touré Yayá (Deco, m. 69), Iniesta; Messi (Henry, m. 61), Eto'o y Ronaldinho. No utilizados: Jorquera; Sylvinho, Crosas y Ezquerro.
Árbitro: Muñiz Fernández. Expulsó a Smolarek (m. 67) y mostró la tarjeta amarilla a Luis Fernández y Oleguer.
Nuevo Sardinero. Lleno: 22.250 espectadores.
Un remate al palo de Henry fue la mejor ocasión que se ganaron los barcelonistas El equipo no tuvo profundidad y Rijkaard no acertó con los cambios
El Racing lloraba sus penas antes del partido y hasta el presidente y el entrenador confesaron sin rubor que aún deben reforzar la portería, la defensa, la medular y la delantera. El equipo cántabro está en construcción, pero la distancia que demostró ante los fantásticos, más secos que nunca, fue casi nula. Marcelino hizo milagros en el Recreativo y tejió una perfecta tela de araña para desquiciar al Barça. Con dos líneas paralelas y con el veterano Munitis y el juvenil Iván Bolado en el ataque, alzó un muro que a los azulgrana les costó horrores perforar. El plan le funcionó: se trataba de pillar un balón y volar al contragolpe. Debía de sospechar el Barça que el Racing jugaría así, pero no dio con la tecla. De entrada, la defensa se vio sorprendida por un disparo de Serrano, que aprovechó un error de Zambrotta, frustrado por Valdés. Luego, Duscher, a pase de Xavi, obligó de nuevo a Valdés a lucirse. Y, por último, Colsa se fue de Oleguer para disparar al palo.
El Nuevo Sardinero, que estrenaba himno de Bustamante, mascota y hasta alcanzaba el récord de abonados, se restregó los ojos y soñó con la victoria hasta el final. El Barça, con el equipo base de la pretemporada -o sea, con un enfurruñado Deco en el banquillo- parecía perdido. Tenía la pelota, pero no le sirve de gran cosa si juega con lentitud y, encima, en horizontal sin superar la presión del Racing. Eto'o sigue sin estar en la mejor forma y Ronaldinho estuvo ausente. Iniesta y Xavi buscaron sin éxito los pases interiores, pero no funcionó. La pelota volvía a Touré y Abidal y vuelta a empezar. Rijkaard saltó hecho una furia del banquillo. El Barça se acercó a Toño pasada la media hora con un cabezazo manso del camerunés y una falta del brasileño.
Todo seguía este ritmo anodino hasta que Messi despertó. Y, una vez más, volvió a iluminar al Barça. Da la sensación de que no esté, pero cuando acelera revoluciona a cualquier defensa. Harto de un juego tan estéril, empezó a canalizar peligro por la banda derecha. Primero se inventó un centro al que Eto'o no llegó y Oleguer estuvo a punto de convertir en gol. El descanso se acercaba y hubo tiempo para más: para que Xavi metiera una vaselina que salvó Luis Fernández sobre la línea de gol y para que Toño metiera una mano a chut de Messi.
Presionado por las victorias del Madrid y el Sevilla, el Barça espabiló tras el descanso jugando con más rapidez y más ritmo. Y el Racing no decayó ni acusó el esfuerzo físico. El partido se abrió como un libro porque tanto Messi como Iván Bolado pudieron marcar. El pequeño diablo era el azulgrana más peligroso, pero Rijkaard no lo vio así porque le sentó por Henry. Marcelino también se la jugó: hizo debutar al polaco Smolarek, presentado el viernes. La grada saludó con júbilo a su nuevo ídolo, que tiene la difícil papeleta de sustituir al gigante Zigic, pero la alegría le duró poco. Smolarek sólo tuvo tiempo de poner en apuros en una ocasión a Valdés porque se fue a la ducha tras hacer una dura entrada a Abidal.
Quedaban menos de 20 minutos y Rijkaard tomó una decisión compleja con la salida del polaco. Parecía que la época de jugar con los tres centrocampistas pequeños (Xavi, Iniesta y Deco) se había acabado, pero no fue así: sustituyó a Touré, el medio centro que debía ser capital en el equipo, por el portugués y volvieron los viejos tiempos. El partido enloqueció porque, pese a jugar el Racing con diez, Jorge López y Cristian Fernández estuvieron cerca de marcar al igual que Henry en una de sus jugadas mil veces vistas en el Arsenal. Garay probó al final su puntería y el partido se acabó. Rijkaard saludó a sus decepcionados hombres uno por uno. Sabe lo que le espera.
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