"De joven era un polvorilla, como tú"
Ángel Nieto, 'el motociclismo español', charla con Jorge Lorenzo, el heredero más rebelde
Ángel Nieto, 60 años y 13 títulos mundiales de motociclismo, se cruza por el paddock del circuito de Sachsenring (Alemania) con Jorge Lorenzo, un irreverente que, con 20 años, va camino de conseguir el doblete en 250cc. ¿De qué hablarán?
Nieto. Sabes, aquí gané una carrera bestial a Barry Sheene. Última vuelta, en la bajada. Yo iba delante de Barry. Y pensé: "En la frenada me va a atizar". Total, que tiro de frenos antes de tiempo y cuando se va a meter hago: rrrrrraaaaa!!!!! Le gané por la gorra.
Lorenzo. Si hubieras frenado bien no se te hubiera colado...
N. ¿Barry? ¿En la última vuelta y con el tío de la bandera nervioso? Sheene era muy bueno, fue campeón del mundo de 500cc...
L. Me han contado que una vez te incorporaste, como si frenaras, pero seguiste dando gas...
N. Una y mil veces. Y también otros trucos. Cuando iba delante, trincaba el embrague, cortaba gas y escuchaba cómo venía el pájaro de atrás.
L. Te aseguro que hacer eso ahora es imposible. Me adelantarían 15.
N. Es que yo me peleaba con tres, y tú tienes que pegarte con ocho. Me metía en la cama el sábado y pensaba: "¿Quién me va a tocar las narices? Tormo, unas veces Parlotti...", pero ya les conocía.
L. Cuándo alguien te ganaba, ¿te cabreabas?
N. De joven era un polvorilla, como tú. Entraba al box y se les ponía a todos la cara blanca. Si no tuvieras este carácter no irías rápido en moto...
L. Lo mío es demasiado. Cuando me van mal las cosas no veo nada. Si alguien me dice algo me enfado con él. Los hay que acaban sexto y se van a jugar a la PlayStation o a dar una vuelta por el paddock. Yo me pongo enfermo.
N. Cuando me enfadaba, en el taller no había 17 cámaras ni 34 periodistas como los hay ahora. Podía gritar y dar golpes, y la repercusión era poca. Ahora debes tener mucho cuidado.
L. Llevo tiempo intentando cambiar. Quero calmarme, pero me cuesta un montón. En caliente, no pienso, no razono.
N. Hay una cosa que te irá bien: cuando acabes un entreno que ha ido mal, date una vuelta para analizar qué ha pasado. En ese tiempo tienes que decirte: "Calma, amigo, que las cosas irán mejor".
L. Ya, pero a lo mejor a uno le gusta estar encabronado.
N. Es verdad, a mí me gustaba. Tú tienes este carácter desde pequeño. Cuando te conocí tenías 10 años y ya te movías con ese punto de chulería. Un piloto tiene que ser chulo.
L. En cambio, yo de ti no sabía mucho, pero todo el mundo me ha dicho que demostrabas mucha astucia encima de la moto. Yo pienso: "Cuando me suba dejaré pasar a éste, lo estudiaré a fondo, detectaré su punto débil...". Y luego, ¡nada! Sólo trato de ir lo más rápido posible. Pero sé perfectamente que la inteligencia es lo que marca la diferencia.
N. Exacto, aunque es verdad que ponerse a pensar en la última vuelta no es fácil. Si te la estás jugando durante 20 vueltas, cuando llega la última tienes que sacarlo todo. ¡Mira, se me pone la piel de pollo nada más de pensarlo!
L. Siempre das más de lo que crees que puedes dar.
N. Claro, porque te calientas. Yo pensaba: "Aaaaahh, a mí me van a pasar éstos...". Te enchufas energía a ti mismo.
L. ¿Cómo te diste cuenta de que tu historia se había terminado?
N. Lo verás cuando te ocurra. Me retiré con 39 años, cuando aún era la referencia. Todos querían ganarme. Tenía que defender ese estatus como ahora debes hacerlo tú. Cada mañana me levantaba, ya con hijos, y me decía: "Ángel, ¿cuándo lo vas a dejar?".
L. ¿Y ocurrió?
N. En Austria. En Salzburgring. Estaba en la parrilla, miré para abajo y vi una recta, con los guardarraíles a los lados; 240 kilómetros por hora de velocidad punta. Se fueron los mecas, miré para abajo y pensé: "¿Pero qué hago aquí?". Y había corrido allí 40 veces. Y me dije: "¡Anda!, pues se ha acabado". Y no he vuelto a montar en moto, le tengo respeto. Voy en una scooter, en Ibiza, para bajar al puerto. Y voy a 40 por hora.
L. ¿Siempre has tenido las cosas tan claras como ahora?
N. La vida me ha ido enseñando. Ahora tengo 600 años. Pero siempre fui muy echao palante.
L. Pues a mí me gustaría ser un poco más atrevido.
N. No te pases, que no eres nada tímido.
L. Cada vez menos. Antes me importaba mucho lo que la gente pensaba.
N. Gané dos campeonatos del mundo y sólo me conocían los chavales de mi barrio. Pero conseguí el tercero, en el Jarama, y mi película cambió. Me jugaba dos títulos, el de 50cc y el de 125cc. Palmé uno y gané el otro. Salí en las portadas, tipo torero. Ahí me di cuenta de que mi vida cambiaba: ya era un personaje público.
L. Yo fui consciente el año pasado, cuando gané la primera carrera de dos y medio, en Jerez. Allí pensé: "¡Vaya!, la que he liado".
Ángel Nieto
"¿Para atrás? ¡Ni para coger impulso!". El lema le va al pelo a Ángel Nieto. A los 13 años, este zamorano le mandó una carta a don Paco Bultó, fundador de Bultaco, en la que le pidió un puesto de trabajo en la fábrica que la familia tenía en Barcelona. "Como no me contestó, cogí los bártulos y me fui a verle a Barcelona". Evidentemente, en moto. "Cada viernes, al salir del trabajo, me iba a Madrid. En invierno hacía un frío de mil demonios. Me protegía detrás de los camiones que iba encontrando".
Jorge Lorenzo
"Un punto de chulería sí tengo", asegura el mallorquín. Como dice Nieto, el rasgo lo cultiva desde pequeño. Con siete años, Lorenzo ya lucía una vistosa cresta verde que le cruzaba la cabeza. Su gesto es el mismo que entonces. "La mirada del tigre. No engaña, denota que estoy preparado para hacer lo que hago: ganar carreras". El año que viene dará la última vuelta de tuerca a su vida. Dará el salto a MotoGP, la máxima categoría motociclista. Allí compartirá taller con Valentino Rossi, el mejor piloto de la historia.
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