Locura Contador
Una masa amarilla de aficionados escolta al campeón desde Barajas hasta su pueblo, Pinto, volcado con el ciclista
Una masa amarilla siguió ayer cada paso que dio Alberto Contador, el campeón del Tour de 2007. Cientos de vecinos de Pinto, su pueblo natal, con camisetas chillonas y banderas, tambores, pancartas y todo tipo de parafernalia, le acompañaron en su llegada a Barajas y en la posterior recepción en la sede de la Comunidad de Madrid para continuar luego la fiesta de vuelta a la localidad sureña.
El aeropuerto fue la primera toma de contacto de Contador con la nueva etapa que se abre en su vida. La sala sexta de la T-2 estaba atestada de pinteños, medios de comunicación y curiosos que se agolpaban para tomar la primera instantánea de su flamante nuevo ídolo. Gritos de "¡viva Contador!" y pequeños megáfonos portátiles que escupían una curiosa versión del pasodoble Paquito el chocolatero antecedieron a la locura.
Se abrieron las puertas y asomó el rostro de Contador entre el gentío. El ciclista, vestido con un polo azul y tejanos oscuros, con gesto feliz y cansado, llevaba el maillot amarillo en una mano y un león de peluche, la mascota del Tour, en la otra. El recibimiento resultó abrumador. Un remolino humano se abalanzó sobre el ciclista, que sólo gracias al cordón policial pudo evitar ser devorado. Codazos, empujones y algún par de gafas rotas por el ajetreo. Como si fuera una estrella de cine, tuvo que ser escoltado para protegerse de la vehemencia de los medios y de sus propios fans hasta que alcanzó el coche negro con cristales tintados que le esperaba para llevarle hasta la sede de la Comunidad, en la Puerta del Sol.
Allí, en el patio de columnas de la Real Casa de Correos, Esperanza Aguirre ejerció de anfitriona. La presidenta saludó a Contador con un par de besos en las mejillas y no dudó en enfundarse el maillot amarillo que éste le ofreció como recuerdo. Hechas las presentaciones, Aguirre comenzó su discurso alabando los valores nobles que encarna el ciclismo y destacando la figura del corredor de Pinto como el primer madrileño que gana el Tour. "Además, eres un chico sencillo, noble y simpático", apostilló.
A Contador, mucho menos habituado a los protocolos, se le veía algo desorientado por lo pomposo de los fastos. Hombre de pocas palabras, entre el griterío de sus paisanos, alcanzó a desgranar los agradecimientos preceptivos en estos casos. "Este Tour también es de todos vosotros. Las tres semanas que he estado fuera se me han hecho mucho más cortas gracias al apoyo que he recibido desde España", afirmó. "Estoy muy orgulloso. Espero que el año que viene se pueda repetir, pero lo que toca ahora es disfrutar", concluyó.
Desde la Puerta del Sol la comitiva se dirigió presta hasta Pinto, previo breve refrigerio para reponer fuerzas, momento en el que muchos aficionados aprovecharon para acercarse al ciclista y llevarse un recuerdo a casa. Contador, paciente, no se cansó de firmar autógrafos y dedicatorias a todo el que se lo pedía. Macarena, su novia, no lo llevaba tan bien y su rostro la delataba. Estaba desbordada por el jaleo. A la carrera, el ciclista y su familia abandonaron la Puerta del Sol. La comitiva de seguidores, tras él, se embarcó en los autobuses que el Ayuntamiento de Pinto había fletado para seguir con las celebraciones.
La plaza de la Constitución fue el lugar elegido para que miles de pinteños escucharan y jalearan a su campeón. Los balcones, engalanados con banderas de España y mensajes de apoyo al ciclista, estaban repletos de vecinos que se protegían del sol con gorritos de todos los colores. También alguna enseña extremeña, en alusión a Bancarrota, el pueblo del que es originaria la familia del corredor. La megafonía amenizaba la espera con un atronador hilo musical. El ambiente era de verbena, de fiesta mayor de pueblo. Abanicos, confeti y mucha gente bailando. Familias enteras, amigos, compañeros, todos reunidos para salvar al héroe.
Contador apareció a lomos de un coche descapotable, seguido de una hilera de ciclistas, a modo de guardaespaldas. La gente, enloquecida, comenzó a dar saltos y a corear su nombre. Desde el balcón de la Casa Consistorial, Contador reiteró agradecimientos. Esta vez se le veía más suelto, menos tenso, delante de sus paisanos. "Es impresionante, es impresionante", no se cansaba de repetir. "Viva Pinto", espetó antes de declarar que era consciente de que en España la gente le había apoyado durante la carrera, pero que el recibimiento había rebasado todas sus expectativas. "Un cachito de este Tour es vuestro, de verdad", declaraba emocionado. "Al final, con esta acogida, el año que viene voy a tener que repetir la victoria", dijo bromeando.
La alcaldesa de Pinto, Miriam Rabaneda, también tuvo una dedicatoria para Contador. Alabó su trabajo, su humildad y su capacidad de esfuerzo. Y recalcó que su victoria está libre de toda sospecha. "Has ganado limpiamente, sin artimañas", se desgañitó la edil; "eres un referente para la juventud y te has convertido en un líder".
Si hace unos días Contador dijo que en Pinto le reconocía poca gente, parece que, al menos durante estos días, no lo va a tener tan fácil para pasear tranquilo, sin agobios. Un precio que seguro que va a pagar gustoso.
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