Listos para el segundo despegue
Quince años después de la eclosión de Barcelona 92, el deporte español es protagonista en disciplinas antes vetadas
Yeray Hernández es una joven promesa del tenis de mesa. El pasado miércoles cumplió 15 años, justo el mismo día en que hace tres lustros se inauguraron los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992. Yeray gozó del privilegio de empuñar la antorcha olímpica para prender la flecha con la que Antonio Rebollo volvió a encender el pebetero olímpico de Montjuïc y conmemorar el mayor acontecimiento en la historia del deporte español. Yeray pertenece a una generación de españoles que se ha acostumbrado a ver ganar a los suyos. Gana Alonso, gana Nadal, gana Gasol, gana Contador, gana Marta Domínguez... Ganar, ganar, ganar. Es el verbo por antonomasia. Pero antes de que Yeray naciera, antes de 1992, que un español ganara un Mundial, unos Juegos, algo realmente importante, era insólito. Cosa de quijotes, como Bahamontes, Nieto, Santana, Fernández Ochoa, Ballesteros y poco más. 15 años después, todo ha cambiado.
Lissavetzky: "El año pasado España obtuvo 471 medallas y fue el mejor de la historia"
"El programa de ayuda a los deportistas olímpicos es la clave", opina Samaranch
- Año excepcional. "La primera transición en nuestro deporte se produce en Barcelona", dice el Secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky. "Es un punto de inflexión inigualable porque, más allá de los resultados, brillantes, está la organización". "En Barcelona, a diferencia de lo que había ocurrido en el Mundial de 1982, España demostró que era capaz de organizar grandes eventos. Además, con los resultados de sus deportistas, se dio a conocer como potencia", coincide Fermín Cacho, campeón olímpico en los 1.500 metros y héroe de los Juegos de Barcelona. "Ahora se está produciendo una segunda transición. Ya en Atenas (19 medallas) se rozó el medallero de Barcelona (22), pero sin tantos oros. El año pasado se obtuvieron, en todos los campeonatos internacionales, 471 medallas. Es un dato que nos permite decir que 2006 ha sido el mejor en la historia del deporte español", abunda Lissavetzky.
- Las claves del 92. Cuatro aspectos fundamentales para el éxito de aquellos Juegos y para la modernización del deporte español son los que destaca Javier Gómez Navarro, ex Secretario de Estado para el Deporte. "Primero: en 1987, cuando iniciamos la labor con vistas a los Juegos, en el deporte español no existía planificación ni conocimiento para trabajar a largo plazo. En definitiva, no sabían formar a deportistas a cinco años vista. Tuvimos que enseñar a las federaciones y también formar un equipo técnico en el Consejo donde por entonces sólo había funcionarios. Segundo: las federaciones tenían poca capacidad selectiva respecto a sus deportistas. El ADO sí poseía esa capacidad. Eso permitió empezar con una base amplia y llegar sólo con deportistas que aseguraran cumplir con un papel digno. Tercero: normalizar la bandera española en Cataluña. Hasta entonces era vista como un símbolo fascista. Jordi Pujol [entonces presidente de la Generalitat] me expresó su sorpresa al ver 40.000 banderas españolas en la final de fútbol. Cuarto: aumentar la autoestima de los españoles".
- Financiación. Muchos deportistas pueden surgir por generación espontánea, pero no hay milagros. "El ADO (programa de ayuda a los deportistas olímpicos) es la clave y está funcionando bastante bien", opina Juan Antonio Samaranch, presidente honorífico del COI. En cuatro ediciones olímpicas el ADO ha aportado 195 millones de euros. Los resultados son elocuentes: en las 13 ediciones de los Juegos anteriores a Barcelona 92, cuando el ADO no existía, España había obtenido 27 medallas. Después, y contando con los Juegos de Invierno, la cosecha ha sido de 70. Otro dato elocuente: en las 15 ediciones de los Europeos de atletismo previas a 1992, España sumó 11 medallas; en las cuatro ediciones posteriores, 41. Y en natación sucede algo similar: 11 medallas en los Europeos antes de Barcelona y 65 después.
La inversión económica, posible gracias a la aportación de 14 grandes empresas, destina 60,3 millones al programa para Pekín 2008. "El aumento nos ha permitido hacer un traje a la medida para cada federación. Tenemos más deportistas becados, con becas de mayor cuantía, y con la posibilidad de implementar planes especiales estudiados por cada federación y concertados con el Consejo Superior de Deportes (CSD), como traer técnicos especializados o tener mayor representación internacional, especialmente en deportes minoritarios", explica Lissavetzky. Por primera vez, el deporte español contará con un ADO paralímpico dotado con 14 millones de euros.
- La competencia. Portador del último relevo del fuego olímpico y protagonista de aquellos Juegos como uno de los líderes de la selección de baloncesto, Juan Antonio San Epifanio, Epi, sostiene que la apertura de fronteras en Europa ha aportado grandes beneficios al deporte español. "El deporte español no ha dejado de mejorar desde 1992 y eso se debe en buena parte a la decisión de Europa de abrir fronteras: la llegada de deportistas de otros países ha aumentado mucho la competencia y ha obligado a los españoles a elevar su nivel", asegura Epi. "También es necesario que aquí se celebren grandes acontecimientos deportivos. Después de los Juegos, tuvimos el Mundial de Natación en 2003 y, en 2010, tendremos el Europeo de Atletismo en Barcelona; hay que seguir celebrando eventos de este tipo", asevera Samaranch. "Tenemos que sentarnos y plantearnos hasta dónde queremos llegar; y entonces, invertir en entrenadores especializados e infraestructuras y potenciar los juegos escolares. Necesitamos ídolos para que los jóvenes se den cuenta de que pueden tener un futuro en el deporte", apunta Cacho.
- La necesidad de un cambio. "El ADO fue un modelo de éxito porque todo salió redondo, pero se mantiene todo igual que cuando empezamos y de eso hace ya 20 años", opina Gómez Navarro. "Entonces, el ADO ayudó mucho, especialmente a los deportes olímpicos que no tienen tanto dinero. Las empresas colaboraron", abunda Epi. "Pero todo ha cambiado y hay que dar una vuelta para rejuvenecerlo", asegura Gómez Navarro. Samaranch, sin embargo, estima que, este año, el ADO ya "ha avanzado, al ofrecer una ayuda más generosa".
- La hora de la verdad. España concluyó con un sabor agridulce su participación en Atenas 2004. Las 19 medallas supieron a poco. "Al deporte español le falta rematar", aseguró entonces José María Odriozola, presidente de la Federación Española de Atletismo y vicepresidente del COE. Los datos avalan la sensación. Sólo un 20% de los finalistas con los que contó España en aquellos Juegos logró subir al podio, frente al 50% de países como Francia o Italia. España concluyó por detrás de países a los que por potencial económico y por población debería superar, como es el caso de Ucrania, Hungría, Holanda, Cuba o Corea del Sur, y está muy lejos todavía de sus vecinos: Francia (33 medallas) e Italia (31). Además, de las 19 medallas españolas, sólo tres fueron de oro. "Si nuestros deportistas se comportasen con la dureza de los de otros países, aumentaríamos notablemente el número de medallas", constata Lissavetzky. Pero tanto Samaranch como Epi son optimistas de cara a Pekín. "Iremos con el mejor equipo después del 92 y podemos alcanzar las 20 medallas".
Un antes y un después
Cuando Manuel Santana ganó su primer Roland Garros, en 1961, muchos no daban crédito. En aquella época, salvo en el hockey patines, deporte en el que España siempre ha sido una potencia mundial, los éxitos internacionales de los españoles eran mínimos. El propio Santana se encargó de derribar barreras también con sus triunfos en el US Open (1965) y en Wimbledon (1966). Después, en 1972, llegó el aldabonazo de Paquito Fernández Ochoa en los Juegos de invierno. Y en 1979 Severiano Ballesteros sorprendió al mundo entero con su triunfo en el Open Británico. Ya más cerca de la cita olímpica de Barcelona empezó a subirse el listón: el primer Roland Garros de Arantxa (1989), el primer Mundial de rallies de Carlos Sainz (1990), el primer oro en un Mundial de natación (López Zubero, 1991), la primera Copa Federación de tenis (1991). Poca cosa comparado con las barreras que empezó a derribar el deporte español tras los Juegos de 1992: el primer Wimbledon femenino (Conchita); el Mundial de ciclismo en 1995 de Abraham Olano; las primeras medallas de oro del waterpolo (Juegos de 1996 y Mundial de 1998); la Copa del Mundo de hockey hierba en 1998 -se había ganado también en 1971-; el Mundial de motos de 500cc de Crivillé en 1999; la primera Copa Davis en 2000; la primera medalla de oro para la gimnasia española en unos Juegos (Deferr, en 2000); el primer Mundial de fútbol sala en 2000; el de triatlón en 2002 (Iván Raña); el primer oro en un Mundial femenino (Jivanevskaia, en 2003); el Rally Dakar de 2004 (Nani Roma); el Mundial de larga distancia en natación (David Meca), los Mundiales de balonmano y fórmula 1, el de baloncesto en 2006. Y los tres Roland Garros de Nadal.
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