"¿Y si alguien me pone algo en la ensalada?"
La presente edición del Tour de Francia ha dejado algunos cadáveres deportivos en la carretera. Ciclistas marcados por la sombra del dopaje que van a tener difícil recuperar la credibilidad del público. Alexandre Vinokúrov (Astana) es uno de ellos. El ciclista kazajo -expulsado de la carrera por dar positivo, resultado confirmado ayer en el contraanálisis- no quiere, sin embargo, rendirse, y anunció ayer en un comunicado que recurrirá el análisis que detectó una transfusión homóloga en su sangre.
Vinokúrov duda de la validez del análisis de citometría en flujo realizado por el laboratorio de Châtenay-Malabry, porque, según el kazajo, "es una técnica utilizada desde hace poco tiempo y aplicada por primera vez en el Tour de Francia". "Siempre he corrido respetando las reglas", afirma en su comunicado. Y aclara: "No he tomado ninguna droga ni he utilizado técnicas prohibidas; he pasado más de 100 controles en mi carrera y nunca he dado positivo".
Uno de los mayores perjudicados por la expulsión de Vinokúrov fue el alemán Andréas Klöden. La dirección del Tour, conocido el positivo del ciclista kazajo, instó a su equipo a retirarse de la carrera. El Astana anunciaba inmediatamente el despido de Vinokúrov, pero el abandono del equipo kazajo se llevaba por delante las posibilidades de Klöden en la clasificación general del Tour (el alemán era quinto, a 5 minutos y 34 segundos del líder, el danés Michael Rasmussen). "Es posible que deje el ciclismo", afirmaba ayer Klöden en el diario sensacionalista alemán Bild.
"Temo que se criminalice este deporte, que todos terminemos en la cárcel. ¿Y si alguien me pone algo en la ensalada?". Klöden encontraba la respuesta a su propia pregunta. "Daría positivo y me llevarían a la cárcel. No quiero que eso suceda. Tengo una familia que cuidar". El alemán explica en la entrevista que está "hundido", que tiene problemas para conciliar el sueño y, sobre todo, para poder explicar a su hija por qué su padre está en casa y no en la televisión, junto al resto de corredores.
David Millar (Saunier Duval) es relativamente optimista. "Perderemos popularidad en un futuro cercano", explica el ciclista escocés, que fue suspendido dos años en 2004 por haber consumido EPO. "Pero el ciclismo se recuperará en cinco o diez años. Con el tiempo cambiará la mentalidad de este deporte".
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