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Crítica:DANZA | 'Moon water' | GREC' 07
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Embriaguez visual

Fascinante, hipnótico y terapéutico es Moon water, el poético espectáculo que la compañía Cloud Gate Dance Theatre de Taiwan, fundada por su director artístico Lin Hwain-min, ha elegido para actuar en Barcelona en su debut en España. Espectáculo precedido por magníficas críticas y que no decepcionó. Al final, el público que llenó el Mercat de les Flors abandonó el local con un gesto sereno y elegante, se había contagiado de la equilibrada magia espiritual y física que destila Moon water (Agua de luna).

Su autor, el coreógrafo Lin Hwain-min, se ha inspirado en dos ideas para la pieza. La primera, el viejo proverbio budista que dice: "Flores en un espejo y la luna en el agua son cosas ilusorias". La otra tiene que ver con el estado ideal al que se pretender llegar con la practica de tai-chi. Ambas ideas han llevado al coreógrafo a crear un baile soberbio en el que la danza contemporánea, el tai-chi y las artes marciales se conjugan en un rico vocabulario coreográfico en el que la energía fluye y los robustos equilibrios son su base.

Moon water

Cloud Gate Dance Theatre de Taiwan. Dirección artística: Lin Hwain-min. Música: Suites para violonchelo solo de Bach. Mercat de les Flors. Barcelona, 28 de junio.

El creador transmite a través del movimiento ese estado ideal en que la mente y el cuerpo están en perfecta sincronía. Así vemos a los bailarines tanto en solitario como en dúo o en el espléndido trabajo coral dominar cada uno de sus músculos gracias a una fuerza que nace de su interior. De cintura para bajo es un trabajo fuerte y terrenal, los pliés alcanzan su máxima flexión para luego, con una elegancia insólita, realizar un giro con las rodillas de una gran dificultad. El trabajo de torso es más lírico. Los brazos se quiebran como suspiros y las manos, en ocasiones, son flores de loto en constante ofrenda.

Al comienzo del espectáculo se ve a un hombre observando unas pinceladas blancas en forma de círculo en el negro suelo del escenario. Paulatinamente salen los 15 bailarines que forman la compañía, quienes a través de su baile e interrelación crean diferentes figuras, a veces son un grupo escultórico, otras, una manada juguetona que habita en un lago lejano. Todos los intérpretes visten de blanco con pantalones de seda. En el fondo del escenario un telón metálico refleja sus movimientos, que parecen alumbrados por la luz de la luna.

La música elegida por Lin Hwai-min para la coreografía son las Suites para violonchelo solo de Bach (en grabación de Mischa Maisky). Su reiteración de registros puede llegar a crispar al espectador, que se encuentra embelesado con el armónico baile de los miembros del grupo Cloud Gate, pero llegado este momento, hacia el final del espectáculo, aparece el agua en escena. Las imágenes que se crean son de una belleza fascinante. Pero no hay que pensar en el baile de Moon water como algo ajeno a Occidente y que actualmente gusta porque está de moda lo oriental. El baile creado por Lin Hwai-min está impregnado de modernidad. Exhibe el seductor trabajo de torso de la escuela de Graham y la distorsión de movimiento del estilo de Forsythe, pero también tiene un valor añadido: el principio de los que practican las artes marciales, cuyo trabajo se centra tanto en lo físico como en lo mental, en detrimento del ámbito emocional. Es así cuando se consigue la máxima eficacia en la acción.

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