La revolución universitaria llega de arriba

Se avecina una avalancha de nuevas carreras universitarias. El Gobierno ha eliminado el listado estanco al que había que atenerse hasta ahora -Derecho, Arquitectura, Empresariales...- y deja las manos libres a las universidades para que diseñen sus propias carreras. Las facultades aguardan la señal de salida. Pero la revolución ha empezado. En septiembre arrancan 152 nuevos títulos. Son los másteres oficiales y buscan sobre todo que los licenciados encuentren trabajo. Pasen y vean. La oferta es casi inagotable.

La cosa, en cierta forma, ha comenzado al revés. En la nueva arquitectura académica adaptada al Espacio Europeo de Educación Superior, los másteres serán la continuación natural del Grado -la denominación que unificará diplomaturas y licenciaturas-. Pero empezar por ellos resultaba más pacífico.

Los primeros másteres se pusieron en marcha en octubre pasado y ya han aumentado. Su objetivo es la especialización, la participación de instituciones extrauniversitarias y empresas en la financiación y diseño de los contenidos, y la captación de profesionales que imparten clases mientras siguen con sus trabajos. El alumnado potencial incluye personas que salieron hace más o menos tiempo de la universidad y que quieren reciclarse o completar la formación de una carrera generalista.

El modelo máster, más caro que las carreras y sin una financiación específica por parte de la Generalitat -que con la matrícula ya abierta todavía no ha aprobado su precio exacto- permitirá a las universidades eliminar los que no funcionen de un año para otro. EL PAÍS ha escogido como ejemplo cinco másteres, uno por cada universidad pública.