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Reportaje:Fútbol | 37ª jornada de Liga

Un héroe sin premio

Messi ha protagonizado grandes noches que han acabado siendo estériles

Àngels Piñol

"¿Rabia? No, rabia no siento. Dejamos escapar una posibilidad muy linda y eso da más rabia que cualquier cosa a nivel personal". Mascando chicle y con un hilo de voz con un cerrado acento argentino, apenas inteligible, Leo Messi apareció ayer en el Camp Nou con el pelo mojado, una camiseta marrón y una sensación agridulce. Su gol con la mano, que hizo llorar a Argentina, porque alimenta la leyenda de que ha dado con el heredero de Maradona, no sirvió de gran cosa. Ni tampoco su segundo tanto, que provocó que todo el estadio azulgrana cantara ¡Messi, Messi, Messi! y le hiciera una inmensa reverencia. Todo quedó fulminado en los 18 segundos más tristes de la historia del Barça cuando Tamudo y Van Nistelrooy se conjuraron para marcar dos dianas que pintaron la Liga de blanco.

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Tras una reunión de 15 minutos, los azulgrana se entrenaron en el campo de La Masia en uno de los ensayos más silenciosos de los últimos tiempos y en el que no faltaron patadas de rabia al balón. Nadie duda en el Barça de que el Madrid ganará el título pese a que quede una jornada. "El vestuario está dolido. Teníamos el primer puesto y se nos fue todo. La Liga está complicada. Sabíamos que el Zaragoza podía hacer algo pero nosotros no hicimos lo nuestro. Pero queda un partido: también el Mallorca puede ganar o empatar", dijo Messi, el único azulgrana que ayer habló ante los micrófonos después de que Puyol y Xavi admitieran que el derby fue un reflejo de su irregular temporada.

Y, seguramente, de este año funesto, el año después de un equipo que acababa de ganar la Liga y la Champions, el año de los tumbos de Ronaldinho y los ataques de ira de Eto'o, quedará esto: la extraordinaria progresión de Messi, cuyas prodigiosas actuaciones no se traducirán en nada. Fue él quien, en Bremen, empató un partido a la postre vital para que el Barça superara la liguilla en la Champions (1-1). Fue también Messi quien marcó un hat-trick al Madrid que entrará en la historia de los clásicos porque algo así está al alcance de pocos. Y fue él quien, ante el Getafe, en la ida de las semifinales de Copa (5-2), imitó sin pensar a Maradona regateando en 11 segundos a cinco rivales. Con una sencillez apabullante, describió así la jugada: dijo que simplemente vio hueco y se fue hacia adelante.

Pero ese gol planetario resultó estéril porque fue después sepultado por el bochornoso partido de vuelta del Barça (4-0) en Getafe. Messi no jugó aquel día: Rijkaard lo dejó en casa para protegerle. Y el sábado, con la Liga en juego, pareció cosa de brujas: el destino quiso que La pulga marcara un gol con la mano, evocando a la mano de Dios de la que habló Diego, para acercar al Barça al cielo. "Bueno, fueron cosas del fútbol. No sirvió de nada: sólo para sacar un punto. Ya dije muchas veces que las comparaciones con Diego son inútiles. No hay otro. Es único. No pienso en sus goles. Salió así: ni lo imaginé ni lo pensé. ¿Si vi que era con la mano? Lo festejé y ya está. La alegría normal por empatar", recordó con hartazgo.

Siempre le quedará un consuelo: Messi ha doblado este año su capacidad goleadora al pasar de ocho goles el año pasado, entre todos los torneos, a 15 en éste. Y 12 de esas dianas son en la Liga, lo que le convierte en el segundo realizador del Barça por detrás de Ronaldinho (20) y por encima de Eto'o (11). Pero eso ahora le dice poco: "Nos pasa muchas veces lo mismo. Parece que ya está, no definimos y acabamos sufriendo. Muchas veces tuvimos suerte y otros días, como ante el Betis y el Espanyol, nos costó el empate". Pero la realidad indica que, pese a sus pifias defensivas, el Barcelona tiene el principal problema delante: lleva encajados los mismos goles que hace un año (30) pero ahora cuenta a favor seis menos que entonces (73 frente a 79). El Barça ha fallado este año en las grandes citas aunque quien no falta nunca es este héroe sin premio, que a los 19 años juega como un niño, lo que le hace aún más grande. Con un punto de inconsciencia, despachó la pregunta sobre si el equipo había hecho autocrítica -"No pensamos en eso"- y sorprendió cuando habló de las primas: "Hay que ganar al Nàstic y esperar. ¿Primar al Mallorca? [rival del Madrid] Sí ¿Por qué no? Si es por ganar...".

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