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El reencuentro de dos rivales

La casualidad (o no) ha querido que en la oficina del Defensor del Pueblo Andaluz coincidan en este mandato dos antiguos pesos pesados de la política municipal en Sevilla: Luis Pizarro (IU) y Paola Vivancos (PA), rivales irreconciliables cuando ambos fueron portavoces de sus respectivos grupos en el consistorio sevillano. Mientras fueron los máximos responsables y se veían a diario (buena parte del mandado de 1999 a 2003), tuvieron momentos en los que ni siquiera se saludaban, enfrentados a cara de perro por las denuncias que el izquierdista hacía de la gestión urbanística del equipo de gobierno, del que formaba parte la andalucista al estar el PA entonces coaligado con el PSOE.

A Paola Vivancos, licenciada en Derecho de 45 años, las circunstancias la dejaron como máxima dirigente del grupo andalucista durante dos mandatos, aunque en ninguno de ellos fue candidata a la alcaldía. Como portavoz en los tiempos de gobierno fue dura y tenaz, y cuando le tocó en la fila de enfrente, hizo una oposición mordaz y abundante en calificativos. Hace dos años dio carpetazo a la portavocía y salió del Ayuntamiento tras una crisis interna con la dirección local de su partido, que se enredó con el caso llamado de las facturas falsas, destapado por ella, y que derivó en una carrera frenética de los grupos por hallar irregularidades en la gestión del adversario.

Luis Pizarro, médico de 47 años, fue concejal de IU durante 16 años y dejó la política en 2003. Procedente del movimiento estudiantil en la Universidad de Sevilla de mediados de los ochenta, donde alcanzó una considerable notoriedad, saltó a la política municipal años después en las filas de Izquierda Unida. Fue candidato a la alcaldía en 1995 y 1999 y como portavoz destacó por su lucha sin cuartel contra la urbanización de Tablada, el carril bici y la peatonalización del centro.

Junto a ellos estarán Claudia Zafra, doctora en Psicología Social, por el PSOE; y Francisco Gutiérrez, profesor de Derecho Constitucional, por el PP. El mandado durará al menos cinco años.

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