España gana y poco más
Dos goles de Villa, el segundo colosal, dan el triunfo a la selección ante una Liechtenstein a la que perdonó la goleada
Un cuarto de hora le bastó a España para tumbar a Liechtenstein, asunto harto sencillo, y darse a la buena vida. Un cuarto de hora en el que dos maravillas del por entonces iluminado Villa cerraron el supuesto duelo, no dejando para la incertidumbre más que el número de goles que iban a ser capaces de lograr los de Luis. No lograron ni uno más. Ni de penalti siquiera.
Todo comenzó de la manera esperada. Se asociaron Iniesta y Cesc, lo normal tratándose de dos tipos que con un balón en los pies hablan el mismo lenguaje, y la pelota, enviada por el chico del Arsenal, se deslizó hacia el desmarque del más listo: Villa. El valencianista progresó con ella, mandó al suelo al portero y abrió la lata. Con Xabi Alonso al mando, Cesc en su auxilio e Iniesta brujuleando aquí y allá, España encadenó un puñado de combinaciones de magnífico tono. En una de ellas, el balón fue a parar a Villa, que abrió hacia la izquierda, a la línea de fondo, donde esperaba Silva. Levantó éste la cabeza y lo que puso en el área no fue un balón, fue un regalo que cazó Villa, a quien le dio tiempo a pensarlo, colocarse, sonreír y relamerse antes de ejecutar una chilena de dibujos animados. El balón salió escupido hacia abajo, se envenenó con el bote y entró a mil por hora pegado al poste. Una obra de arte fue el gol número 13 del asturiano con la selección. Quince minutos se llevaban y España estaba en disposición de arrasar a un rival tan animoso como pequeño, al que no quedaba sino aguantar con cierta dignidad.
LIECHTENSTEIN 0 - ESPAÑA 2
Liechtenstein: Jehle; Ritzberger, Ma. Stocklasa, Hasler, Mi. Stocklasa (Telser, m. 29); Rohrer (D. Frick, m. 58), Polverino, R. Büchel, Burgmeier; M. Frick y T. Beck (R. Beck, m. 82). No utilizados: Steuble; Vogt, Kieber y Fischer.
España: Reina; Sergio Ramos, Marchena, Javi Navarro, Capdevila (A. López, m. 51); Xabi Alonso; Joaquín, Cesc (Luis García m. 68), Iniesta, Silva (Soldado, m. 77); y Villa. No utilizados: Casillas; Puyol, Ángel y Albelda.
Goles: 0-1. M. 7. Villa, tras pase en profundidad de Cesc. 0-2. M. 14. Villa, de chilena, tras centro de Silva.
Árbitro: Nikolay Ivanov (Rus.). Amonestó a Cesc, Büchel y Burgmeier.
Unos 4.500 espectadores en el Rheinpark Vaduz. Aproximadamente la mitad, españoles.
Al delantero le dio tiempo a relamerse antes de ejecutar una chilena de dibujos animados
Y eso hizo Liechtenstein. Incluso se acercó, no sin timidez, en una acción en que llovió al área española un centro desde la izquierda que anunciaba peligro. Pero Beck, a la sazón banquero en horario matutino, no evitó que el balón regateara su intento de disparo, y acabó golpeando al aire con su bota.
España se dejaba llevar, consciente de su gigantesca superioridad. El balón fluía con rapidez y buen gusto por el centro, pues jugadores había para ello, pero el equipo se diluía al llegar al área rival. Luis se afanaba porque su gente utilizara las bandas. Y de repente saltó la noticia. Joaquín se fue por vez primera de su marcador, Telser de apellido, y vio el desmarque sigiloso de Iniesta, a quien puso el balón para que no acertara más que con la parte exterior del palo.
Nada cambió en la segunda parte, con la diferencia de que la mitad del público, que apoyaba sin desmayo a España -y que recordaba en pancartas la ausencia de Raúl-, comenzó a hartarse de que el equipo no se luciera en lo que para ellos era un acontecimiento único. Pudo España ampliar su ventaja en un remate de Xabi, que apareció como un huracán a romper un envío de Silva, pero su bestial disparo lo sacó el portero.
Pero esa jugada fue una excepción. Porque el equipo de Luis, que seguía llegando fácil, se perdía en adornos y en toquecitos de fútbol sala cuando veía a tiro el gol.
En éstas que la lluvia se hizo presente, Liechtenstein vio que mantenía el tipo y se atrevió con un par de arrancadas. En una de ellas, Burmeier recogió el balón en el vértice izquierdo del área y soltó un zapatazo que se estrelló en el larguero. Luis, poco feliz con los acontecimientos, movió ficha y dio entrada a Luis García y Soldado. Nada cambió. Villa, que empezó a todo trapo, sufría, cuando no de desgana, de cierta avaricia, mientras Joaquín se frenaba no se sabe bien por qué, siendo éste un partido en el que debió darse un atracón allá en su banda.
España siguió haciendo ruido, con disparos de Sergio Ramos, Luis García y Soldado, pero ya sin continuidad y casi con aburrimiento. Como el que pareció entrarle a Villa cuando se vio solo ante el portero, que se le hizo enorme para birlarle el balón desde el suelo. Como pequeña se le debió hacer la portería en el minuto 92, cuando estrelló un penalti contra el larguero. Y así murió un partido en el que España cazó tres puntos que no se negociaban, punto final de un engorro de gira en que ha hecho los deberes (faltaría más), pero que no ha despejado las mil y una dudas que provoca un equipo cuyo fútbol pasa del color al blanco y negro sin saberse por qué.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.