A la greña por un taxi en la T-4
Miles de viajeros que llegaron con retraso a Barajas ayer de madrugada esperaron más de una hora en medio del caos
Alberto, que voló anteayer a Barajas desde Tenerife Norte, tuvo que esperar de madrugada una hora para poder tomar un taxi en la T-4. Eso, además de las tres horas de retraso del avión porque el aeropuerto madrileño sufrió los estragos de la tromba de agua que cayó en la tarde noche del domingo. Vio a gente que se colaba y muchos nervios. "El taxista me dijo que llevaba una hora y media esperando a recoger viajeros", aseguró.
"Se subió un cliente al coche por la derecha y otro por la izquierda", relata un taxista
Miles de viajeros se apelotonaron y pelearon por una plaza en un taxi que les llevara a sus casas, ya de madrugada. El colapso se produjo, aproximadamente, entre las 12 y las 4 de la mañana, cuando comenzaron a llegar a Madrid los miles de viajeros de los 31 vuelos desviados a Zaragoza, Valencia y Alicante (y decenas retrasados) por la tormenta.
Los empleados que tiene subcontratados Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA, el organismo, dependiente del Ministerio de Fomento, que gestiona los aeródromos) para ordenar el tránsito de viajeros en la parada de taxis de la terminal se habían marchado a medianoche, hora en la que termina su turno. Pero anteayer, por culpa de la lluvia que provocó retrasos en la llegada de los vuelos, miles de viajeros hubieran necesitado de esos empleados. Sin su presencia, centenares de personas que requerían de un taxi tuvieron que armarse de valor. Porque otros centenares no respetaron los turnos. La espera fue de entre una y dos horas.
Paolo, italiano que vive en Madrid, contaba en la web de ELPAIS.com su odisea desde Venecia hasta la capital de España. "Llegamos a las dos de la madrugada por culpa del tiempo y esperamos una hora al taxi", explicó. Su queja, más que el tiempo perdido, fue que tuviera que viajar en taxi y pagar 20 euros por obligación. "¿Por qué no abrieron el metro o trajeron autobuses?", preguntaba.
José, que había salido de Amsterdam a las cinco de la tarde, llegó a Madrid a las tres de la mañana. Su vuelo fue desviado a Zaragoza, donde esperaron seis horas dentro del avión. Al llegar al aeropuerto, ellos a la T-1, vieron "una cola de gente esperando taxi del carajo". Según José, "los taxis llegaban con cuentagotas y recuerdo que pensamos: 'Menos mal que tenemos nuestro coche en el aparcamiento".
Julio Sanz, presidente de la Federación Profesional del Taxi, explicó ayer que hace tiempo que tienen el compromiso de AENA para instalar unos paneles que indiquen a los taxistas la demanda de vehículos en las terminales. Si ese sistema hubiese estado instalado, es probable que muchos de los taxis que esperaban en el aparcamiento de la T-4 hubieran podido trasladarse hasta las otras terminales, donde, allí sí, parece que los taxistas ni siquiera llegaban.
Francisco Esteban, taxista y presidente de la Agrupación General de Taxistas de Madrid (Agetaxi) -que engloba a 800 profesionales de la capital-, trabajó en la madrugada de ayer en la T-4. "Se me subió un cliente por la puerta de la izquierda y otro por la de la derecha. Ninguno quería ceder el sitio al otro", cuenta. Ante la situación, Esteban no llevó a ninguno de ellos. "A las 00.06 llamé a la Policía Local para que vinieran a ordenar el caos", explicó. Finalmente, este taxista logró recoger a un solo viajero y, tras llevarle a su destino, regresó a Barajas (algo que hizo tres veces más durante la madrugada). "Cuando llegué había una sola patrulla de la policía, ordenando un poco la cola kilométrica", relató.
En AENA tienen una versión distinta. Según aseguró ayer un portavoz, fueron ellos los que avisaron a la Policía Municipal. "Siempre que va a haber algo anormal avisamos a la policía y utilizamos nuestro personal de seguridad privada". Esteban lo niega: "Es mentira". Una portavoz de la Policía Municipal, por su parte, subrayó: "La regulación de los taxis en la T-4 es responsabilidad exclusiva de AENA".
El problema, según Esteban, no fue la falta de taxis, sino la desorganización reinante. "Había taxis, pero no había orden. Los más jóvenes se tiraban a por los coches y los mayores se quedaban sin ninguno". Según aseguró, tuvo que esperar "desde las 22.00 a las 24.00 hasta llegar a la zona de los clientes". José Naranjo, otro taxista que trabajó en la T-4 en la noche del domingo al lunes, corrobora las palabras de su compañero: "La gente esperaba pero había muchos taxis. Yo, por ejemplo, estuve más de media hora en la terminal hasta que pude recoger a un cliente". El aparcamiento donde esperan los vehículos (con capacidad para alrededor de 1.100 taxis) estuvo a tope.
La explicación a por qué hubo que esperar tanto puede estar también en el sistema de carga. Los taxis se colocan en dos filas, ocupando dos carriles de los tres que hay disponibles. Esto "siempre es así", según explicó ayer una de las cinco personas encargadas de subir a los viajeros en los taxis. El sistema no convence a los taxistas, que creen conveniente que hubiera mínimo tres filas o incluso cuatro. Si fuera así, el ritmo de salida de viajeros se incrementaría. Sanz así lo cree: "Hay una mala planificación. Se carga a los viajeros sólo en dos filas, cuando se podría hacer al menos de tres en tres coches".
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