La cara y la cruz
A Daniel Luque, que tiene la alternativa a la vuelta de la esquina, le tocó un novillo nobilísimo, el primero, y un segundo, manso de libro; y terminó enfadado, con la barbilla hundida en la barrera, después de saludar al respetable, que le agradeció el esfuerzo demostrado ante el cuarto. Pero él, mejor que nadie, sabía que su tarde había sido deficiente a pesar de sus buenas condiciones, de sus maneras de torero artista, de su experiencia y, sobre todo, a pesar de la oreja que le concedieron en el primero.
Fue ése un novillo de bonitas hechuras, cómodo de cabeza, con las fuerzas y la codicia justas, pero muy noble y largo de embestida; un novillo para cortarle las orejas. Y no fue así. Su labor resultó desvaída, sin el arrojo necesario, cogida con alfileres, muy deficiente en el toreo fundamental y elegante en los remates. Abusó de la muleta retrasada, y las tandas resultaron insípidas y carentes de hondura. Le concedieron una oreja, pero de poco peso. Y salió el cuarto, un toro de 498 kilos, manso integral, que embistió a oleadas, llevó al pánico a las cuadrillas y acudió a la muleta con casta y prontitud. No le perdió la cara el torero, pero no consiguió ahormar la brusca embestida, ni la sometió. Le arrancó algún muletazo de calidad y lució la disposición del novillero, pero lo sobresaliente fue la pelea del manso que no encontró una muleta poderosa.
Yerbabuena/Luque, Parralo, Fuentes
Novillos de Yerbabuena, bien presentados, bravos, blandos y nobles; mansos cuarto y sexto. Daniel Luque: oreja y ovación tras dos avisos. Alejandro Parralo: silencio en su lote. Salvador Fuentes: silencio en ambos. Plaza de la Maestranza. 20 de mayo. Novillada de abono. Media entrada.
Ésa fue la cara y la cruz de Luque, pero Parralo lo tuvo todo de cara y él fue su propia cruz. Su paso por Sevilla no ha sido afortunado. Dos novillos nobles le tocaron y el novillero mostró muchas carencias. Es un torero envarado y acelerado, que se mueve en demasía, torea muy despegado y con todas las ventajas. Así, es imposible el lucimiento.
No tuvo suerte alguna Salvador Fuentes, pues el más inválido, el tercero, le tocó a él, y el sexto fue otro manso, aunque muy descastado, al que persiguió sin éxito. Quedó inédito el novillero con tan inservible material.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.