La aventura continúa
El Desafío Español doblega al New Zealand y gana su primer punto (2-1) en la semifinal
Participar es un lujo, pero sólo la victoria mejora el cutis.
Qué sonrisa la de Jablonski, qué achuchones los de Manrique, qué locuacidad la de Zulueta. Lo que por la mañana era hazaña imposible, horas después se había convertido en realidad. "Y no va a ser la única victoria", anunció Agustín Zulueta, director del Desafío.
El barco español acababa de derrotar al New Zealand, que llevaba 13 victorias consecutivas y que siempre había vencido a los españoles. El triunfo del Desafío demostraba, primero, que su puesto en las semifinales no había sido un regalo; segundo, que el barco corre; y, tercero, que si se quiere, se puede.
El triunfo en semifinales de la Copa del América pasa por salir bien. Ante rivales de la categoría del New Zealand, salir por detrás significa salir derrotado. No hay quien le pase. El Desafío salió bien, mejor que bien. En la presalida culebreó de tú a tú, aguantó las acometidas del casco del New Zealand, y el Desafío, por primera vez, se atrevió a morder. Sus cascos se acercaban, se escupían las olas y la tripulación oceánica mostraba la bandera rojigualda reclamando sanción. La lancha del jurado mostraba bandera verde: ¡limpio! El Desafío no se arrugaba, se escapaba de las trampas y contratacaba. En un culebreo de esos viró rápido a la derecha y el New Zealand fue cortándole el rumbo. Ahora era el Desafío quien pedía sanción, y los árbitros se la concedían levantando bandera amarilla, la que llevaba New Zealand. Su barco tendría que dar una vuelta sobre sí mismo en algún momento de la regata, una pérdida segura de 20 segundos.
El barco local se atrevió a morder. Sus cascos se acercaban y se escupían las olas
El Desafío regateó olvidándose de esa circunstancia. Valiente de principio a fin, no jugó a la defensiva pensando en la penalización, sino que fue al ataque. New Zealand se colocó en la izquierda, el Desafío a la derecha. Y cada cual fijo en su rumbo, subiendo rectos sin viradas, con fe ciega en lo que les habían informado sus sabios meteorólogos. El viento está a la derecha, le dijeron a Jablonski (Desafío); el viento está a la izquierda, le dijeron a Barker (New Zealand). Y seguían en sus trece. Habituado el Desafio a realizar hasta 30 viradas en un largo, aún no había realizado ninguna; todo seguido hasta la victoria (o la derrota) final. La afición española, de los nervios, preguntándose por qué no ir junto a los neozelandeses, administrando esa penalización que tendrían que cumplir.
El ojo virtual a veces decía que iba por delante New Zealand y a veces el Desafío. Ni de la informática te podías fiar. Llegó la primera virada y el barco español salió triunfador y dobló la primera baliza con 14 segundos y 80 metros sobre los kiwis, que se conservaban al principio de la empopada, manteniendo a raya al New Zealand. El cara pálida Hutchinson miraba como siempre hacia atrás y, por una vez, daban ganas de gritarle, !eh chaval, que el Desafío está delante! Pero mejor cantar victoria al final, si llegaba el caso. En la primera trasluchada, el Desafío perdió la mitad de la renta y sufriendo, sufriendo, con la lengua fuera, o sea con ocho segundos, el Desafío cubrió por delante la mitad de la regata.
En el siguiente tramo contra el viento, New Zealand apunta a Teruel y el Desafío a Sicilia. O New Zealand es Harry Potter o va de farol. Pronto se ven los frutos: el barco español se larga con 150 metros, 200, 250, y llega a la baliza con unos increíbles 44 segundos de ventaja. La empopada final ya sí daba tiempo para gritar al táctico del New Zealand, ¡eh, Hutchinson, saluda al Desafío Español!
La gesta dejó en segundo plano la otra semifinal, entre Luna Rossa y Oracle. Segundo triunfo incontestable de los italianos, de principio a fin. En esta ocasión, Spithill se dejó de chulerías y marcó a Oracle en las empopadas, con lo cual no comió metros.
Si uno fuera Larry Ellison, no dormiría tranquilo. Luna Rossa ha ganado en las tres presalidas, ha llegado primero a 13 de las 14 balizas en las tres regatas. Sólo por un error en medio largo la eliminatoria no está 3-0 y se mantienen en un engañoso 2-1. Hoy es jornada de reflexión, que Oracle parece necesitar más que ninguno. Mañana, la aventura continuará. No se la pierdan.
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