Caisse d'Épargne quiere garantías
Los dirigentes de la entidad francesa preguntan a Echávarri sobre Valverde
La visita de ayer a las oficinas en París de Caisse d'Épargne, la entidad bancaria francesa que patrocina su equipo ciclista, la tenía marcada en su agenda desde hace tiempo José Miguel Echávarri. "Se acerca el Tour y había asuntos logísticos que preparar", dice. Pero lo que no se esperaba el veterano director, el hombre que condujo a Miguel Indurain y Pedro Delgado en sus Tours triunfantes, era que en todos los despachos le esperasen ejecutivos de banca con un diario deportivo, L'Équipe, abierto por una página en la que un titular de lado a lado gritaba: Una sombra sobre Valverde.
Valverde es Alejandro Valverde, uno de los mejores ciclistas del mundo y el líder del Caisse d'Épargne, y la sombra son las acusaciones de dopaje, nunca corroboradas por los investigadores de la Guardia Civil, que no han encontrado elementos suficientes para incluir en ningún informe su nombre como el de uno de los clientes privilegiados de Eufemiano Fuentes. "A Valverde no le podemos acusar de nada", confirmaron ayer a este periódico fuentes de la Guardia Civil; "no hay contra él ninguna prueba de nada. Además, la investigación la cerramos hace meses y no hay ningún elemento nuevo".
"Así que lo que me pidieron en París fue que aclarara las cosas al ciento por ciento", dice Echávarri; "y yo les pregunté que cómo podría hacerlo. Como empleador, no le puedo pedir el ADN, porque las leyes laborales me lo impiden, para contrastarlo con una bolsa de plasma datada en 2004, de cuando Valverde corría en el Kelme, y que supuestamente le pertenece. Y, aun si tuviera su ADN, la bolsa es una prueba judicial en un caso archivado por el juez. ¿Cómo íbamos a tener acceso a ella? El nuestro es un caso de absoluta indefensión".
Más tarde, Caisse d'Épargne declaró por medio de su directora de Comunicación que su posición respecto a Valverde "no se ha modificado en absoluto a pesar de los rumores".
La implicación de Valverde en la Operación Puerto y su exclusión del pelotón mundial cerraría el círculo de la limpieza para los puritanos de la lucha contra el dopaje, especialmente los medios informativos europeos y los equipos ciclistas, que se asombran de que, si Alemania ha tenido su mártir en Jan Ullrich e Italia el suyo en Ivan Basso, ninguna figura española haya pagado.
"Es una campaña que dura bastante y que, desgraciadamente, no ha terminado, aunque los que acusan no tengan munición nueva", dice Echávarri, quien siente que, además, está pagando el precio de su independencia.
En la última reunión de la Asociación de Equipos del ProTour, a finales de abril en Lieja, se impuso por 15-2 la petición de que los conjuntos dejaran en el banquillo a los supuestos implicados y no sancionados por ninguna federación. En contra, Johan Bruyneel, del Discovery Channel, el ex equipo de Basso, y Echávarri, quien aclaró su posición con una carta enviada a la Unión Ciclista Internacional y a sus patrones. En ella se declaraba opuesto al clima de linchamiento que dominaba en el ciclismo europeo y a favor del respeto a la ley. "Si alguna autoridad, basándose en los actuales reglamentos, me prohíbe dejar correr a algún ciclista, lo acataré", dice en su carta; "y si las normas actuales no son válidas para luchar contra el dopaje, que se cambien, pero no podemos actuar sin ley".
Por otra parte, el fiscal antidopaje del Comité Olímpico Italiano solicitó ayer a la federación italiana la suspensión cautelar de Ivan Basso y Michele Scarponi, los dos corredores arrepentidos de la Operación Puerto, mientras dure la instrucción del caso.
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