Fu Tieshan, obispo chino

Fu fue ordenado sacerdote en 1956, cinco años después de que el Gobierno comunista de Mao Zedong rompiera relaciones con la Iglesia de Roma. Fue una época en que los católicos eran acusados en China de "contrarrevolucionarios", y muchos obispos, sacerdotes y seguidores fueron encarcelados. Los feligreses quedaron así divididos entre quienes seguían a la Iglesia oficial, controlada por el Partido Comunista Chino (PCCh), y los fieles al Papa, integrados en la llamada Iglesia clandestina. Desde entonces, Pekín sólo permite el culto en los templos reconocidos por el partido, lo que ha obligado a millones de católicos a profesar su fe a escondidas. Fu Tieshan era el máximo dirigente de la Iglesia patriótica.

Elevado a obispo de Pekín en 1979, a la edad de 48 años, cuando el país salía de los excesos de la Revolución Cultural (1966-1976), su nombramiento nunca fue reconocido por Roma, ya que se realizó sin la aprobación papal. A partir de ahí, la carrera política y religiosa de quien también era conocido como Michael Fu fue un continuo ascenso, a la vera del Gobierno.

En 1998, el partido le nombró presidente de la Asociación Católica Patriótica, y en 2003 ocupó el cargo de vicepresidente del Parlamento. Según Asia News, un servicio de noticias cercano al Vaticano, cuya página web está bloqueada en China, "en 1989, pocos días después de la masacre de Tiananmen, fue la única figura religiosa que defendió en la televisión estatal la elección de Deng de utilizar los tanques para expulsar los estudiantes de la plaza".

Fu, enfermo desde hacía años, el pasado 4 de marzo hizo su última aparición pública, en una reunión preparatoria del cónclave anual del Parlamento, al que finalmente no asistió. Según el diario de Hong Kong South China Morning Post, antes de su fallecimiento, en un hospital de la capital, recibió la visita del presidente chino, Hu Jintao.

Su muerte abre un interrogante por la sucesión, en un momento en que Pekín y Roma intentan acercar posiciones. Liu Bainian, vicepresidente de la Asociación Católica Patriótica, y a quien se considera que llevaba en realidad las riendas de la Iglesia oficial, ha criticado en numerosas ocasiones al obispo de Hong Kong, Joseph Zen, interlocutor privilegiado del Papa y hombre clave en las conversaciones con el Vaticano. Benedicto XVI nombró a Zen cardenal en marzo de 2006, lo que fue interpretado como un claro respaldo a los creyentes chinos. El obispo de Hong Kong ha dicho en numerosas ocasiones que la existencia de la Asociación Patriótica es un obstáculo para la unificación de las dos iglesias.

El Gobierno chino exige dos condiciones para restablecer los lazos: que la Santa Sede ponga fin a sus relaciones con Taiwan, y que no interfiera en sus "asuntos internos", lo que significa que renuncie a nombrar a los obispos en China. El Vaticano está dispuesto a cumplir la primera, pero no la segunda. "Quizás la muerte de Fu abra un nuevo capítulo en la elección de un pastor en Pekín que sea más sensible a la creación de una sociedad armoniosa

[el eslogan que esgrime el Gobierno desde hace meses] y más fiel a la Iglesia católica", señala Asia News.

Se estima que en China hay entre 10 y 15 millones de católicos. La Iglesia oficial asegura que cuenta con cinco millones de seguidores, mientras que se calcula que hay unos 10 millones de fieles a Roma.