"Los franceses quieren que la vida política se renueve en profundidad"
Ségolène Royal, de 53 años, candidata socialista a la presidencia de Francia, explica en esta entrevista su "pacto presidencial" ante la segunda vuelta electoral del domingo, en la que se enfrentará al conservador Nicolas Sarkozy.
Pregunta. ¿Cree que ha salido beneficiada de su debate con François Bayrou?
"Yo no quiero que el Estado siga estando dirigido por un solo partido, por un solo clan. La República no es eso"
"Dominique Strauss-Khan es un hombre con talento e imaginación. Podría ser un buen primer ministro si ésa fuera mi elección"
Respuesta. La que ha salido beneficiada ha sido la democracia. Es un acontecimiento inédito en la historia política francesa que un candidato para la segunda vuelta de las presidenciales proponga un debate con un candidato que no ha sido elegido en la primera. Adopté esta iniciativa porque esto se corresponde con la idea que tengo de la política. Es coherente con lo que soy, con mi forma diferente de hacer política, con lo que he comprobado de la crisis democrática, con los resultados de Bayrou, con los mensajes que han enviado sus electores. La primera vuelta me ha confirmado lo que había oído en los debates participativos: los franceses quieren que la vida política se renueve en profundidad y que se superen los antagonismos entre bloques. El debate lo ha demostrado. François Bayrou estuvo de acuerdo una docena de veces con lo que yo decía. Sin renunciar al enfrentamiento principal entre la derecha y la izquierda, hay algo que inventar y tuve la sensación de que el momento ha llegado. La política necesita una renovación profunda. He dado un contenido a esta renovación y dado prueba de ello.
P. Antes de la primera vuelta, usted tenía otra actitud. ¿Cómo explica este cambio en relación con el partido centrista?
R. Es verdad, lo dije: la Unión para la Democracia Francesa [UDF] siempre ha gobernado con la derecha. La votación mayoritaria a dos vueltas favorece el enfrentamiento entre bloques. Por eso en la reforma de las instituciones habrá una cierta proporcionalidad. François Bayrou, que lo ha visto de cerca, ha comprobado cómo es un Estado con la Unión por un Movimiento Popular [UMP], el balance y las desviaciones ideológicas y lingüísticas de Nicolas Sarkozy. La creación de un Ministerio de Inmigración e Identidad Nacional, la teoría genética sobre los pedófilos, la forma en que se ha deshumanizado su campaña le han arrebatado una parte del electorado centrista.
P. ¿La comunidad de valores pasa del Partido Socialista (PS) a la UDF?
R. No hablo de recomposición política ni de aparatos políticos. De momento no me planteo la cuestión de las coaliciones. Si estamos en un enfrentamiento permanente al 50%, Francia no podrá volver a ponerse en marcha. Respecto a algunos temas fundamentales, conseguiré salir de este enfrentamiento entre bloques. En cuanto a la reforma de las instituciones, al Estado imparcial, tenemos un planteamiento común. Yo no quiero que el Estado siga estando dirigido por un solo partido, por un solo clan. La República no es eso. Soy la única que tiene una visión de la reforma institucional completa. No es el caso de la derecha. Jacques Chirac, elegido con el 82% de los votos, tuvo una oportunidad excepcional para desbloquear la vida política francesa. No lo hizo, todos los poderes siguen estando concentrados. Hoy, Nicolas Sarkozy sigue siendo presidente de la UMP, lo cual va en contra del espíritu de las instituciones.
P. ¿Qué señales le va a enviar a la izquierda, preocupada por su evolución hacia el centro?
R. La izquierda no está preocupada, porque yo me centro en el pacto presidencial. No olvido los valores y las ideas de los que me han apoyado. Me he reunido con todos o he mantenido contactos con ellos porque quiero que sus ideales y sus buenas ideas se incorporen al pacto. Teniendo en cuenta la situación en que se encuentra Francia, es absolutamente necesario evitarle cinco años de derecha dura. En cuanto al voto de Bayrou, es bastante variado y todos los motivos son respetables. He tomado nota de esta realidad sin despreciarla y he optado por salirme de los esquemas tradicionales. Además, ya estoy harta de este proceso permanente en el que cuando se habla o se dialoga, uno resulta sospechoso. Es hora de que nuestra democracia alcance la mayoría de edad.
P. [La trotskista] Arlette Laguiller se decide por primera vez desde 1981 por la candidata socialista. ¿Qué le diría?
R. La cuestión de la protección de la dignidad de los trabajadores es fundamental. Es una hermosa lucha que tiene el mérito de ser desinteresada. Quiero una Francia unida y no que los franceses estén enemistados unos con otros. Quiero ser presidenta de una Francia serena y enérgica.
P. Usted compitió en las primarias con Dominique Strauss-Kahn. Él estuvo muy ausente de su campaña durante la primera vuelta, y después ha estado muy presente en ella. La foto de su desayuno a solas, ¿es la misma que la de Mitterrand y Rocard en 1988?
R. Dominique es un hombre con talento e imaginación. Podría ser un buen primer ministro, si ésa fuera mi elección.
P. ¿Podría escoger a François Bayrou como primer ministro?
R. Ya lo he dicho: no rechazo nada por definición.
P. En cuanto a las jubilaciones y la jornada de 35 horas, ¿cómo podría conciliar su visión y la de los electores de François Bayrou?
R. Debemos continuar con la labor de explicación. Me enfrento a unos prejuicios muy fuertes, basados en el pretexto de que los socialistas son incompetentes en economía y prefieren lo social. Además, como soy mujer, hay, por definición, un prejuicio de incompetencia, aunque cuente con el apoyo de toda la nueva escuela de economistas. Mi pacto reconcilia la eficacia económica y el progreso social. Por otra parte, en el debate eliminamos algunas ambigüedades, puesto que François Bayrou veía en mi programa una estatalización de la economía. Es cualquier cosa menos eso. La economía de mercado es una realidad insoslayable, pero creo que necesita ser regulada para evitar sus desórdenes.
P. ¿Piensa que es necesario reducir el gasto público o no?
R. Sí, hay que luchar contra el despilfarro y el pluriempleo, y hacer que el gasto sea más eficaz.
P. Respecto a la jornada de 35 horas, usted la criticó y ahora dice que es necesario generalizarla. ¿No es una contradicción?
R. No, la segunda ley sobre la jornada de 35 horas era demasiado uniforme, pero la disminución del tiempo de trabajo sigue siendo un objetivo. En cambio, la forma en que se alcanzará tendrá que volver a ser debatida por los interlocutores sociales. Lo que ha faltado en la aplicación de la ley es el acompañamiento humano.
P. Habla de la deuda, pero no ha especificado la forma de aflojar esa presión.
R. El margen de maniobra pasa por la reforma del Estado y la clarificación de las competencias territoriales. Cuando pregunté a José Luis Zapatero o a Romano Prodi respecto a la forma en que habían reducido la deuda, me respondieron que mediante un mejor reparto de las responsabilidades y de las competencias.
Traducción de News Clips. © Le Monde / EL PAÍS
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