César Antonio Molina entrega la biblioteca donada a A Coruña
"Es una manera de devolverle a mi ciudad lo que aprendí de ella, y es una de las cosas que he hecho de las que más orgulloso me siento". Así justificó ayer el director del Instituto Cervantes, el escritor César Antonio Molina (A Coruña, 1952), la donación a la Diputación coruñesa de la biblioteca que ha reunido a lo largo de los años con su mujer, la también escritora Mercedes Monmany. "No eres consciente de lo que estás dando, yo sí", había comentado previamente el presidente de la institución, Salvador Fernández Moreda, en el acto de presentación de la muestra de los primeros fondos de lo que será la biblioteca Molina-Monmany, dentro de la Biblioteca Provincial.
Los fondos constan de unos 50.000 libros, 300 cuadros y dibujos (de Antonio Saura a Urbano Lugrís) y una ingente cantidad de documentos y de correspondencia del matrimonio con escritores de todo el mundo. En la colección hay ediciones príncipe, impresiones de coleccionista, innumerables libros firmados por sus autores (de Joseph Brodsky a García Márquez, sin salir de los Nobel). También la biblioteca familiar que el abuelo de César Antonio Molina pudo ocultar de la quema en 1936. "Es la parte a la que tengo más cariño, porque es algo por lo que alguien pudo ser castigado, todavía más de lo que fue", señaló. "Y también hay libros de poetas insufribles, pero hay que ser compatibles con otras estéticas", bromeó Molina.
Volúmenes catalogados
El acuerdo de donación gratuita se firmó en abril de 2005. "No quise que le costara una peseta a la Diputación, y me horrorizan las fundaciones", recordó ayer el director del Cervantes. Desde entonces se han catalogado 18.000 volúmenes, de los que una mínima parte se expone estos días en la Biblioteca Provincial. El proceso de traslado de los fondos y de su clasificación llevará tiempo, porque son miles de libros, pero no sólo libros. El escritor coruñés conserva desde sus cuadernos de viaje hasta los faxes o notas que ha recibido.
"Es el trasvase de una biblioteca viva, porque he cumplido medio siglo y espero cumplir otro medio sin dejar de acumular libros. Por ejemplo, del Congreso del Español en Colombia he traído 300, incluida una primera edición de Cien años de soledad firmada. Es también una biblioteca selectiva, en la que todos los libros han pasado por nuestras manos", apuntó César Antonio Molina, que dijo no entender a los escritores que no son a la vez fervientes lectores.
El matrimonio tiene una hija adolescente a la que Molina no teme dejar desheredada en este aspecto. "Estuve con ella en Manchester, donde hay dos grandes bilbiotecas. Una que data del siglo XI o XII y que sostienen los herederos de los fundadores, y la de la Universidad, que donó una viuda en memoria de su marido. Le dije a mi hija que el mejor homenaje a los padres es ése, ceder algo para que sea de todos", concluyó.
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