Pecado repetido

El Sevilla es un conjunto transparente del que todo el mundo conoce sus bonanzas y sus calamidades. Ayer tuvieron más peso estas últimas. Con la posibilidad de superar al Barcelona y ocupar el liderato en las mentes, a los futbolistas del conjunto andaluz se les liaron las piernas a la hora de hacerlo posible. "Mala suerte", dirán los que se fían del azar. "Lo de siempre", lapidarán los agoreros. "Fútbol", sostendrán lo que no encuentran una explicación más lógica a las derrotas o empates de los sevillistas cuando una victoria les habría proporcionado la mejor de las situaciones. Fútbol, pues.

Juande Ramos dejó en casa a Palop, Poulsen y Javi Navarro y en el banquillo a Kerzhakov y Adriano. Pero el equipo se manejó con absoluta fidelidad a su estilo: juego por banda y catarata de ocasiones frente a la portería contraria. Lo que le faltó fue meter una de ellas. En los cinco primeros minutos, Chevantón ya acabó un par de carreras frente a Toño. A los 13 minutos, Toño le sacó un remate a bocajarro que engatilló el uruguayo tras un estupendo pase de Luis Fabiano. Pero es que antes de llegar a los 20 minutos, Chevantón tuvo de nuevo el gol más que fácil aunque su remate del primoroso centro de Luis Fabiano se fue rozando el palo izquierdo de la portería racinguista. Chevantón, ya en la segunda mitad, llegó a meter el balón en la red del conjunto cántabro, pero el gol no llegó al señalarse una falta previa a Toño. Poco después se fue sustituido con el mismo gesto contrariado que exhibió mientras permaneció en el campo.

Luis Fabiano, al borde de la media hora, tuvo más cautela que instinto y dejó sin rematar un mal centro de la defensa racinguista a su portero. Un par de minutos después, Garay desvió un remate de primeras del brasileño con el que se culminaba una bella combinación que empezó con un pase largo de Maresca y un pase en carrera de Puerta desde la banda.

La lista de oportunidades inmensas la completan un disparo al larguero de Alves, a la media hora, un remate al graderío de Duda en plena soledad en el área racinguista, a un cuarto de hora del final, y un remate al lateral de la red de Kerzhakov, en el tiempo recuperado por el árbitro.

El Racing hizo un partido menos fatalista. Munitis fue ayer más grande que Zigic o que cualquiera de sus compañeros. Se fajó hasta con las líneas de cal, protestó algunos fallos de consideración en el juicio del los árbitros a sus jugadas y hasta dispuso de una clara oportunidad en el primer minuto. La defensa cántabra trabajó a destajo y en muchos casos bien. Sobre todo el chavalote Garay. Vitolo y Colsa agradecieron la posición de Maresca tras la línea de centro, donde su pausa es mucho más lenta que cuando trabaja en campo del contrincante y Óscar Serrano -que tuvo un par de remates claros de gol- primero y Balboa después hurgaban en el bajón de Alves, ayer más pendenciero que dicharachero.

El Racing con su empate sigue a tiro de los puestos que llevan a la UEFA mientras que el Sevilla, al igual que cuando perdió con Mallorca o Nàstic se quedó sin corona. Circunstancial, pero corona al fin y al cabo.