El Madrid sobrevive en Rusia

Hace cuatro años un médico desahució a Charles Smith, le mandó a galeras, le aseguró que, vistos los achaques de su cadera, tendría que dejar el baloncesto para siempre jamás. El escolta estadounidense, la araña por sus interminables brazos, reclamó la opinión de un segundo galeno. Para fortuna del Real Madrid, que sobrevivió a la ida de las semifinales de la ULEB en Kazan sustentado por la furia anotadora del americano (26 puntos, máximo anotador del encuentro) y Felipe Reyes (22) en la pintura. Por eso y una inexplicable laguna de concentración del Unics en los dos últimos minutos. Los chicos de Antanas Sireika vendieron antes de tiempo la piel del oso. Después de poner al grupo de Joan Plaza contra las cuerdas, de sacudirle y ponerle de vuelta y media, Stambergas y compañía dejaron escapar una renta de 20 puntos (72-52) con un chiringuito en la defensa.

Atontado por un viaje de 16 horas, abotagardo desde que perdió la final de Copa a principios de febrero en Málaga contra el Barça, el Madrid salvó el pellejo y mantuvo sus opciones para disputar la final de la competición -en Charleroi (Bélgica) el 10 de abril- sobre la bocina. Lo hizo con el peor Bullock que se recuerda; el tercer mejor encestador de la ACB, con 16,7 puntos de media, aportó un único tiro libre al ataque. Raúl López le fue a la zaga, así que Plaza optó por Tunçeri para tirar del carro.

El base otomano, que no jugó ante el Gran Canaria por unas molestias en el hombro, fue determinante en la arrancada final, donde Smith acrecentó su figura. Lástima el triple que falló en los estertores del partido. El rebote le cayó a Bullock a cuatro metros de la canasta, sin ningún defensa a la redonda. Su lanzamiento, hace tiempo infalible, lo escupió el aro.

Su fallo resumió el mal ojo de los madridistas, con un 48% de efectividad en los tiros de dos, por un 27% desde el perímetro. Una sequía preocupante en el líder español, que se jacta de promediar 84,96 puntos en la Liga. Ayer, pasados tres cuartos, presentaba una cuenta de 49 puntos. Puestos a contribuir a la debacle, ni Sonseca, Tomas y Mumbrú anotaron. Por si fuera poco, los constantes relevos en la cancha empiezan a no dar el resultado apetecido a Plaza; además del cansancio psicológico mediada la campaña, sufre la carestía de los lesionados Milic, Hamilton y Varda. El banquillo ha perdido profundidad, aunque el técnico nunca recurra a los imponderables como excusa.

Sólo los errores del Unics evitaron la defunción madridista, que se amargó con sus fallos en el pase y la elección de tiro, impensables hace meses. Tampoco salió con la acostumbrada ventolera al contragolpe, una noticia pésima en un grupo que vive el baloncesto a la carrera. Por esa razón, antes de maquillar el marcador, sólo anotó nueve puntos en el segundo periodo. Casi siempre de uno en uno.

Y eso que el Madrid ya sabía a lo que se exponía. Como ya le sucedió en la fase previa, cuando cayó en la prórroga (100-94) después de desperdiciar nueve puntos. Luego se impuso al calor de Vistalegre por 16 puntos (77-61). Visto lo visto, el Madrid celebró la derrota. Sigue con vida.