El Sevilla sigue tieso
El equipo andaluz tampoco logra marcar contra la Real, que arranca un punto
El Sevilla está tieso. Lo que primero se identificó como un tropiezo se reveló después como un síntoma y ayer ya quedó claro que necesita de tratamiento. El juego del equipo andaluz ha ido perdiendo lustre -poco a poco, pero ininterrumpidamente- desde hace poco más de un mes. El resultado frente a la Real Sociedad no ha sido el peor en este periodo de tiempo, pero quizá el desempeño futbolístico sí. El equipo se atomizó entre las voluntades y decisiones de sus futbolistas por primera vez desde hace ya varios años y no había conjuro entre los que vestían la camiseta blanca y roja.
Desde bien prontito quedó claro lo que el partido iba a dar de sí. Más bien poco. Juande Ramos no pudo tirar esta vez de Kanouté y no quiso hacerlo con Poulsen. En cierto modo, entre uno y otro se habían repartido gran parte de las críticas o las explicaciones bienintencionadas sobre el bache de resultados de los sevillistas, lo que en el fondo no es más que el reconocimiento de su contribución al mejor juego del conjunto. Ayer se les echó terriblemente en falta. Tanto la versión excelsa como la ramplona.
SEVILLA 0 - REAL SOCIEDAD 0
Sevilla: Palop; Alves, Javi Navarro, Escudé, David; Navas (Duda, m. 55), Renato, Martí, Adriano (Alfaro, m. 68); Luis Fabiano y Kerzhakov (Chevantón, m. 78). No utilizados: Cobeño; Dragutinovc, Hinkel y Poulsen.
Real Sociedad: Bravo; Gerardo, Juanito, Mikel González, Garrido; Xabi Prieto, Rivas (Garitano, m. 46), Elustondo, Uranga; Savio (Aranburu, m. 73) y Herrera (Kovacevic, m. 54). No utilizados: Riesgo; Labaka, López Rekarte y Skoubo.
Árbitro: Clos Gómez. Amonestó a Escudé, Garrido, Garitano, Gerardo, Uranga y Xabi Prieto. Expulsó por doble amonestación a Duda (m. 91).
Unos 40.000 espectadores en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán.
La Real llegó al encuentro con su trabajo bien estudiado y fijado. Lotina buscó entorpecer la banda derecha de los sevillistas y atosigar a los centrocampistas. Martí y Renato casi nunca han ligado. El fútbol del primero es físico hasta la demagogia y el del brasileño tiende a apocarse y perder el sitio cuando le toca conducir más de la cuenta. Ayer, los sevillistas se rompieron por ahí.
Contar con un jugador como Daniel Alves en el equipo es una cosa la mayor de las veces fantástica y otras no tanto. Lo que nunca sucederá es que el lateral pase inadvertido. Alves se dio cuenta inmediatamente de que la cosa no rulaba. Cada balón que tocó a partir de entonces lo decidió convertir en una subida al ataque. Y, durante la mayor parte de la primera mitad del encuentro, sus carreras y sus centros a la olla fueron los principales argumentos ofensivos de los sevillistas.
Los centrocampistas realistas siguieron con lo suyo y en tres ocasiones lograron lanzar balones a los atacantes para que éstos buscaran el chut ante Palop. Y los realistas dispararon tres veces entre los palos en la primera mitad, bastante más que los de casa.
En el ataque sevillista las cosas no eran tan sencillas ni la exigencia era tan laxa. Navas lo intentó, pero aún se le nota bajo tras su reciente recaída de la lesión de rodilla, Kerzhakov -un fichaje para el año que viene, según Juande Ramos- demostró sus ganas infinitas y fue el que más cerca estuvo del gol con un cabezazo al larguero poco antes de la media hora. Luis Fabiano regresó tras su sanción, pero en la versión más despistada de sí mismo. Desesperante por momentos. A cinco minutos del final, Alves le puso un balón extraordinario a la espalda de los defensas y al corazón del área, pero el delantero, una vez más despistado, se limitó a correr hasta que el balón le tropezó en la tibia.
La Real, que jugó los últimos diez minutos con diez por la lesión de Uranga y los cambios ya agotados, no tuvo demasiados problemas para resistir las intentonas sevillistas. Ayer parecía fácil.
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