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Reportaje:FINANZAS

La estirpe dorada desafía al mundo

El Santander cumple 150 años consolidado como uno de los grandes bancos globales

Miguel Ángel Noceda

Es viernes 18 de enero y el presidente del Banco Santander, Emilio Botín, acaba de reunirse en Valencia con casi 2.000 directivos. Apenas tiene tiempo, después de solemnizar que quiere ser "el mejor banco comercial del mundo", de tomar su avión privado, pasar por Madrid para cumplir compromisos de agenda y viajar a Lisboa para un encuentro con diplomados brasileños. Después volverá a la capital de España, donde el domingo acudirá a la Ciudad Financiera que el banco tiene en Boadilla del Monte para perfilar los resultados de 2006 y cerrar el calendario del 150º aniversario del banco. El lunes, tras la madrugadora comisión ejecutiva que nunca perdona, se trasladará a Londres, y cualquier día de éstos recorrerá América de norte a sur.

El banco superó por primera vez el millón de pesetas en 1921. El año pasado era el séptimo del mundo
Hace un siglo, el abuelo de Botín iba en tren a trabajar; hoy, el nieto surca los cielos en 'jet' privado
El padre del actual presidente inició la expansión con la compra del Banco Mercantil en 1946...
El Santander hará nuevas adquisiciones sólo si aparece una oportunidad "clara y que sea rentable"
... El hijo la prosiguió con la integración de Banesto, Central e Hispano, y el salto al extranjero

Así es la vida del primer banquero del país. Vive para el banco y encima se divierte. Hace un siglo, su abuelo, Emilio Botín López, que también fue presidente del Santander, hacía en tren el trayecto de 24 kilómetros que separan la localidad de Puente San Miguel de la capital cántabra. Hoy, el nieto surca los cielos en un jet. Emilio Botín Sanz de Sautuola y García de los Ríos, que representa la tercera generación de su familia al frente del Santander, acaba de cumplir 20 años como presidente de la entidad desde que sustituyó a su padre, Emilio Botín Sanz de Sautuola López, quien la presidió durante 36 años y logró colocarla entre las grandes de España. Su hijo la ha convertido en una de las grandes del mundo.

La carrera ha sido imparable. Entonces, la presidencia era rotatoria, y pasó a ser permanente en 1921, precisamente cuando la ocupaba Botín López y justo un año antes de que el banco superara por primera vez el millón de pesetas de beneficios. El año pasado ganó 7.596 millones de euros (casi 1,3 billones de pesetas), un 22% más que el ejercicio anterior, lo que sitúa al Santander en el séptimo puesto del mundo. El reto ahora es superar los 100.000 millones de euros de capitalización bursátil (ahora es de unos 90.000) y reducir costes, ya que el banco no logra que por cada 100 euros de ingresos se gasten menos de 40. En 2006 se quedó en el 48,56%.

En el sector vaticinan que, ante tamaña exhibición de fuerza y aprovechando la efeméride del 150º aniversario, el banco prepara algo extraordinario. Botín, mezcla de patrón tradicional y ejecutivo moderno, no se va a poner nervioso por las celebraciones. Pero, como "cada día tiene su afán", ni él descarta que si aparece una oportunidad "clara y que sea rentable", el banco mueva ficha. Y el mercado siempre ofrece oportunidades.

Está volcado en consolidar la marca Santander, a secas, como seña de identidad global, que Botín quiere lucir en las 11.000 oficinas del grupo. Para dar pompa, ha fichado al piloto de fórmula 1 Fernando Alonso, que llevará la enseña del Santander en el pecho de su buzo blanco de la escudería MacLaren y en el alerón de cola.

Con muchas menos pretensiones, el banco comenzó a andar el 15 de mayo de 1857 (año en que también nació el Banco de Bilbao, hoy en el BBVA), por iniciativa de comerciantes cántabros que querían aprovechar el comercio que generaba el puerto de Santander. El banco pudo emitir dinero durante 25 años. En 1874, esa función pasó a ser exclusiva del Banco de España.

Es difícil, sin embargo, imaginar la historia del Santander sin los Botín. El primero en aparecer es Rafael Botín Aguirre, que se incorporó como director gerente en 1895 y fue sustituido, tras su muerte en 1904, por otro de la familia, José María Gómez de la Torre Botín. El citado Emilio Botín López, sobrino de aquél y abuelo del actual presidente, entró en 1902 como vocal en el consejo, en donde también figuraba el escritor José María de Pereda. Estaba casado con María Sanz de Sautuola, la niña que descubrió junto a su padre, Marcelino, las Cuevas de Altamira en 1870.

A aquel Botín le tocó vivir la etapa que prosiguió a la repatriación de capital de las últimas colonias. En Santander, cuna de indianos, se fundaron el Mercantil, en 1899, y la Sociedad de Crédito Industrial y Comercial, en 1900, que se fusionaron un año después. A nivel nacional, nacieron el Hispano Americano, Banesto y Central, algunos con capital cántabro, que se instalaron en la plaza. Aquella irrupción supuso la partición de la burguesía santanderina.

Su sustituto en 1923 fue Saturnino Briz, un indiano lebaniego que en 1929 nombró vocal a otro Emilio Botín, hijo del anterior, quien daría un impulso definitivo al banco cuatro años antes de acceder a la presidencia, en 1950. Siendo director general, se cobró la pieza más apreciada, el Mercantil, la entidad que había empequeñecido al Santander con su política agresiva y que también pretendía Banesto. Esa compra, y las que sucedieron en los cincuenta, le supuso al Santander entrar en el selecto club de los grandes. También lleva la firma de este Botín el salto a América.

Sin pelos en la lengua, Botín siempre se quejó de la falta de liberalización del sector. Era pleno franquismo, pero al banquero, que no visitaba El Pardo ni frecuentaba los salones de la nobleza ni los cenáculos de la clase dirigente, le importaba muy poco la política. Lo suyo era primero el banco y después el banco. En la transición apoyó la legalización del PCE "porque era lo mejor para el país", lo que produjo un maremoto en el sector, y la expropiación de Rumasa por parte del Gobierno socialista. Muy tradicional, continuó con las tertulias a las que se acostumbraban en el Santander decimonónico. Le gustaba recibir en su residencia de El Promontorio, adquirida a buen precio. Quien pasaba por aquella casa, sobre la bahía, se sentía alguien en Santander. Allí se fraguó la costumbre, seguida hoy por su hijo, de reunirse los domingos por la tarde con los directores del banco para analizar los riesgos crediticios. De ahí la maledicencia Promontorio de Riesgos que corría -y todavía corre- en el banco sobre dichas reuniones.

El actual presidente ha seguido las máximas de su antecesor. En política no se casa con nadie -"el sistema financiero tiene que estar con el poder"-. Poco antes de las elecciones de 1996 invitó a Aznar a un acto del grupo en Londres, y después manifestó que le sonaba bien "el programa económico del PP". En 2004 respaldó a Zapatero, con quien mantiene contactos habituales, a su manera -"mis hijos me hablan muy bien de ti", le dijo-. Como dice un colaborador, "no le deslumbra el poder, los políticos pasan, él permanece". Y es que él "es el poder real", sostienen los sindicatos.

El Santander, junto al Vizcaya, fue el banco más innovador durante la dictadura. Un hito histórico que cambió el paso a los demás fue la instauración de La Poderosa, la central contable de Barajas con la tecnología más moderna en sistemas de pagos. También ideó el denominado Plan Portilla (lo dirigió Julián Portilla), que consistía en visitas vespertinas de los directores de oficinas a potenciales clientes (los visitadores de Portilla). Fue una revolución. Algo parecido sucedió, ya con el actual presidente, cuando lanzó las supercuentas, que ofrecían a los depositantes de cuentas corrientes una alta remuneración. La guerra del pasivo, que aprovechó para cambiar la imagen y el color rojo en lugar del verde, hizo temblar todo el sistema bancario. El Santander se hinchó de captar depósitos y puso a todos con la lengua fuera.

Sólo el BBV, que no había superado la fusión, pudo responder. Pero con año y medio de retraso. El mercado era un hervidero de rumores, hasta que el Banco de España intervino el Banesto de Mario Conde el día de los Inocentes de 1993. Luego ampararía la fusión de Central e Hispano (BCH).

Y llegó el gran momento de Botín, que por aquellas fechas también había cosechado varios fracasos, como la compra del banco de negocios Peregrin en Singapur; la alianza con el japonés Nomura, rota prematuramente, o el cierre de la oficina en Estados Unidos. Admirador de El arte de la guerra, un tratado de estrategia bélica de hace 25 siglos escrito por el general chino Sun Tzu, no dudó en lanzar un ataque en toda regla. En abril de 1994 ganó la subasta por Banesto con una oferta que un ex ministro que la vivió de cerca la calificó de "decisión legendaria". El banquero cántabro ofreció 762 pesetas por acción (313.476 millones de pesetas por el banco, unos 1.885 millones de euros), que se consideró desorbitado. Botín escogió el número del jumbo sabiendo que sus rivales no iban a alcanzarle. Emilio Ybarra (BBV) ofreció 667, y Francisco Luzón (Argentaria y hoy director general y consejero del Santander), 566. Para remate, se quedó con el equipo que el BBV había prestado para reflotar Banesto, con Alfredo Sáenz, hoy consejero delegado del Santander, a la cabeza. Además cumplía una venganza: su padre tuvo que defenderse de varios intentos de compra por parte del Banesto presidido por Pablo Garnica, representante de otra familia montañesa cuyas relaciones con los Botín no eran precisamente excelentes.

La osadía de Botín, que en privado confió en inglés "I have a bullet in the pocket" ("tengo una bala en la recámara"), refiriéndose a que el presidente del Royal Bank of Scotland (RSB) le había ofrecido su apoyo, solidificaba el crecimiento. El banco británico, con el que firmó un intercambio en 1988 disuelto tras la compra del Abbey en 2004, le apoyó también en la entrada en el brasileño Banespa, mientras el Santander hacía lo propio en la del RBS en el Natwest.

El siguiente salto fue la integración con el BCH, a principios de 1999, en una operación relámpago. Pero la desintegración tampoco tardaría. En 2001, los acuerdos saltaron por los aires y el copresidente José María Amusátegui amenazó con querellas y disolver la fusión antes de dimitir. Le seguiría meses después el consejero delegado, Ángel Corcóstegui. De esa época, en que se hicieron numerosas plusvalías vendiendo empresas, es el fracaso de Patagon, un banco por Internet que adquirió con gran bombo y que estalló como la burbuja tecnológica.

Las indemnizaciones que recibieron motivó que Rafael Pérez Escolar, ex consejero de Banesto condenado junto a Conde y que colecciona demandas contra el Santander, interpusiera una querella de la que Botín acaba de salir exculpado recientemente. Un alivio parecido recibió también en el caso de las cesiones de crédito que arrastraba desde que José María Ruiz-Mateos le demandara.

Emilio Botín, presidente del Santander, durante la rueda de prensa de presentación de resultados, el pasado jueves en Madrid.
Emilio Botín, presidente del Santander, durante la rueda de prensa de presentación de resultados, el pasado jueves en Madrid.ULY MARTÍN
Sede social histórica de la entidad financiera en la capital cántabra antes de la ampliación.
Sede social histórica de la entidad financiera en la capital cántabra antes de la ampliación.

"¡Hombre, con dos avalistas, es otra cosa!"

AL PADRE DEL ACTUAL PRESIDENTE, los tiempos que le tocaron vivir le permitían visitar oficinas junto a su íntimo colaborador Pablo Tarrero (entró de auxiliar en el banco con 17 años) y salir a tomar café por el paseo de Pereda, el escaparate más fiel de la sociedad santanderina. De esas escapadas se cuenta que una mujer le rogaba sin éxito: "Por Dios, una limosna, señor Botín". Botín, ni se inmutaba. En una ocasión, Tarrero, apiadado, le sugirió a la mujeruca que se lo pidiera también por la Virgen. Dicho y hecho. Al día siguiente le espetó: "Una limosna, señor Botín, por Dios y por la Virgen". El banquero se volvió sorprendido y le dio un billete, manifestando: "Hombre, con dos avalistas es otra cosa". La anécdota, seguramente apócrifa, ilustra cómo eran las cosas. Estaba acostumbrado a un banco casi familiar, que hasta 1922 sólo contó con la sucursal de Santander.

Hoy "el bancuco", que el 9 de marzo recibirá la medalla de oro de Cantabria por su 150º aniversario, está en todo el mundo con 11.000 oficinas que difunden el nombre de la capital de Cantabria. El banco lo celebrará con el reparto de 100 acciones a cada uno de los casi 130.000 empleados (34.000 en España). Y elevando un 25% el dividendo.

Los Botín representan la tradición banquera de las viejas familias, de las que ya apenas quedan referencias en la banca española. Han seguido la esencia de los pioneros que cubrieron la primera etapa del banco: los Abarca, Roiz de la Parra, López-Dóriga, Labat, Ferrer, Gutiérrez, Pereda, Aguirre, Pombo... Y han mantenido la sede en el paseo de Pereda contra viento y marea. El banco ha contribuido a iniciativas en la región como investigación médica o el Campus Comillas, un aspecto que encaja también con el proyecto Universia impulsado por Botín.

El banco nació con 72 accionistas. Hoy son 2,3 millones. La familia Botín poseía el 3%, en 1930. Hoy supera el 2%, y domina en Bankinter. En el consejo se sientan, junto al presidente, sus hijos Ana Patricia (miembro de la comisión ejecutiva y presidenta de Banesto) y Javier. Sobre ellos recae la continuación de la saga. Su hermano Jaime y su hijo mayor, Emilio, abandonaron el consejo, que suprimió de los estatutos la obligación fijada tras la fusión con el BCH de retirarse a los 72 años, edad que tiene ahora Botín, que ni se lo plantea. "No hay prevista fecha de jubilación. Si el consejo nos da la confianza, seguiremos, está claro", enfatizó el pasado jueves ante la prensa.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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