Refugio en una finca platanera

Los meses de invierno son propicios para la escapada al calorcito de Gran Canaria, a 15 kilómetros de cuya capital se encuentra una finca platanera convertida en alojamiento rural por los marqueses de Arucas. Sus instalaciones se distribuyen en cuatro edificios: la casona principal, reservada al alojamiento, dos naves dedicadas a la producción platanera y un cuarto pabellón habilitado hoy como aparcamiento. Las 18 habitaciones se refugian en el silencio de la piedra de cantería, originaria de 1572, orientadas al mar o al palmeral. En la planta superior se encuentran las suites, que, sin perder su sabor campestre, agasajan a los huéspedes con bañeras semirredondas forradas de madera y grifería de estilo clásico. La moda termal ha animado a los propietarios a acondicionar los bajos para un spa con hidromasaje, baño turco, sauna finlandesa y una original piscina bajo claraboya. Los antiguos comederos de las reses han sido habilitados para alojar el restaurante El Alpende, especializado en platos del recetario canario con ciertos toques modernos. Todo bajo el benigno sol canario y con vistas a la vegetación subtropical de la finca, engastada en un barranco lleno de palmeras.