A vueltas con la seguridad
Cuando alguien muere en el Dakar, sea piloto o no, Étienne Lavigne, su director, es bombardeado por las críticas. Como responsable de la Amaury Sport Organisation (ASO), la entidad que lo articula, se escuda a menudo en otros deportes de riesgo para lamentar la extrema susceptibilidad de la gente con la carrera africana. Aunque el historial de muertes, desde que Patrick Dodin lo estrenó en 1979, parece un argumento de peso. La edición más trágica fue la de 1986, en la que murieron siete personas, entre ellas Thierry Sabine, el creador del rally, que falleció en Malí al estrellarse su helicóptero.
La muerte de Richard Sainct, que se desnucó durante una etapa del Rally de los Faraones de 2004, y las de Fabrizio Meoni y José Manuel Pérez, El Carni, durante el Barcelona-Dakar de 2005 provocaron una revolución en términos de seguridad. En 2006 se pusieron en marcha una serie de novedades. Se limitó la velocidad de los motociclistas a 150 kilómetros por hora y se redujo en 100 kilómetros la distancia máxima entre los repostajes de combustible. Además, la organización también obligó a todos los pilotos a llevar un peto protector bajo sus chaquetas. La muerte de Andy Caldecott, que se rompió el cuello, y de dos niños nativos, atropellados, avisó de que la seguridad del Dakar debía sufrir un replanteamiento.
Para salvaguardar a los habitantes de los poblados, la organización ha puesto en marcha otro dispositivo. Un mapa cartográfico de todo el recorrido identifica cada tramo con un color -negro, rojo y amarillo- en función de su peligrosidad. Los puntos negros señalan las zonas que, por una mayor densidad de población, deben pasarse con más cautela. Además, la limitación de la velocidad en los poblados se ha reducido de 50 kilómetros por hora a 30 en algunos.
De puertas adentro, la ASO decidió suprimir el límite de velocidad para las motos.
A pesar de ello, la mejor noticia para los pilotos fue la comercialización del primer protector cervical. El Leatt-Brice es un proyecto conjunto entre KTM, BMW y Chris Leatt, un doctor surafricano aficionado al enduro que lo diseñó tras la muerte de un amigo, desnucado en una carrera. Al precio de 550 euros, la ASO ha pagado 250 a cada piloto no oficial que quisiera adquirir el collarín en Lisboa. El 1 de enero salieron de allí 80 motociclistas con el Leatt-Brice. Elmer Symonds no era uno de ellos.
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